Este domingo que celebramos el domingo "Gaudete", una
palabra del latín que significa alégrense. Se llama así porque hemos cruzado la
mitad del Adviento y nos preparamos para celebrar en unos días el nacimiento de
Jesús. Pero, ¿tenemos motivos para alegrarnos? Por todas partes vemos guerras, enojos,
afán de tener poder para imponerse a otros, jóvenes destruidos por las
adicciones, pobreza sin remedio. ¿Y a pesar de eso nos podemos alegrar?
La profecía de Isaías que dice: "Me alegro en el
Señor con toda el alma y me lleno de júbilo en mi Dios", nos señala que
el motivo de la alegría no son las cosas que pasan en el mundo, sino algo
diferente: la presencia de Dios en nuestra vida. ¿por qué la presencia de Dios
puede ser un motivo de alegría? Porque como el mismo profeta dice: "Me
ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón
quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, la libertad a los
prisioneros y a pregonar el año de gracia del Señor".
El motivo de la alegría es que Dios envía a alguien a vencer
los males que atacan el corazón de los seres humanos y que nos hacen mucho
daño: el sentirnos derrotados y deprimidos, el sentirnos condenados, el
sentirnos como en una cárcel. Estos tres sentimientos resumen muchos de los
problemas que vivimos los seres humanos: cuando has sido traicionado, ¿no te
sientes deprimido? Cuando no has podido dominar tu odio o tu rencor, ¿no te
sientes como en una cárcel? Cuando has fracasado en algo que era importante
para ti, ¿no te sientes derrotado? Cuando ves que parece que el mal es más
grande que el bien en el mundo, ¿no te sientes con un corazón roto? Cuando te
parece que no eres capaz de superar tus defectos, ¿no te sientes condenado?
Pero a esas situaciones tan oscuras, Dios les envía una luz
y por eso el profeta dice que hay alguien que ha sido enviado a anunciar una
noticia buena que se puede resumir en tres palabras: sanarnos, perdonarnos, ser
libres. Es decir, lograr que lo bueno vuelva a ser lo que brota en nuestra
vida, con una hermosa imagen: "Así como la tierra echa sus brotes y el
jardín hace germinar lo sembrado en él, así el Señor hará brotar la justicia y
la alabanza ante todas las naciones". El motivo de la alegría, es que,
a pesar de las cosas malas del mundo, el bien vuelve para ser más fuerte que el
mal.
¿Cuál es la buena noticia que hace que todo lo oscuro se llene
de luz? La buena noticia es que hay alguien que viene. Alguien que llega a darnos
la posibilidad de vivir de un modo tal que todo pueda ser mejor. ¿Nos imaginamos
que pudiéramos ser como nos dice San Pablo?: vivir siempre alegres, quedarnos siempre
con lo bueno, dejar de lado toda clase de mal, que todo nuestro ser, nuestro
espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo estén bien y en armonía y tener una
buena relación con Dios.
Nosotros solos no podemos hacer esto, pero para eso tenemos la
buena noticia que nos da San Juan, que en medio de ustedes hay uno, al que
ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de
desatarle las correas de sus sandalias. Juan no es digno de desatarle las
sandalias porque aquel que es nuestra buena noticia es más grande que todos
nosotros: porque es el hijo mismo de Dios. Quien viene es Jesús: Su misión en el mundo
consiste en la liberación del pecado y de las esclavitudes personales y
sociales que ello produce. Él vino a la tierra para devolver a los hombres la
dignidad y la libertad de los hijos de Dios que solo Él puede comunicar.
Aquel que es nuestra buena noticia se ha hecho ser humano
como nosotros y para nosotros, se ha hecho un niño para que lo podamos amar sin
miedo. El que es grande se ha hecho pequeño, el todopoderoso se ha hecho
indefenso, el eterno ha querido acompañarme en mis cosas diarias. Esa es la
buena noticia.
Pero hay otra buena noticia: todos nosotros también podemos,
como Juan Bautista, ser testigos de la luz que viene a la oscuridad, de la
alegría que viene a la tristeza, del perdón que viene al odio, de la paz que
viene al desconsuelo. De cada uno de nosotros se tiene que poder decir en esta
Navidad: "Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para
que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la
luz". El primer lugar donde hemos de ser testigos de esta luz es en
nuestra familia, con nuestro cónyuge, con nuestros hijos, con nuestros hermanos,
de modo que todos sientan que les hemos dado lo mejor de nosotros mismos. De
cada uno de nosotros se tiene que poder decir en esta Navidad que algo mejor ha
quedado en los lugares y en las personas con las que estemos. Hoy Jesús llega a
nuestro corazón a través de la Eucaristía para darnos lo que cada uno necesite:
consuelo, perdón, sentimiento de libertad, alegría, paz. Abramos de par en par
las puertas de nuestra vida a este regalo que Él nos quiere dar.
1 comentario:
Hermosa reflexión!!!!
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