HOMILIA DOMINGO SAGRADA FAMILIA CICLO A
El primer domingo
posterior a la navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia: el
contexto en el que el hijo de Dios vino al mundo: una familia formada por un
padre y una madre que construían una comunidad de vida y de amor.
El ser humano no
puede dejar de lado la comunidad de amor y de vida que es la familia. Por eso
Jesús también compartió la experiencia de vivir en una familia, una experiencia
que es hermosa porque nos da muchos valores, pero también dolorosa porque a
veces está llena de heridas y tristezas. Hoy, al ver familias heridas por la
dureza del corazón, as agresiones a la dignidad de la persona o las fidelidades
resquebrajadas, es importante recordar que lo que hace feliz a la familia, hace
felices a los seres humanos. Hoy es necesario volver a dar buenas noticias a la
familia. ¿Cuál es la buena noticia para la familia? La buena noticia de la
Sagrada Familia es que la comunidad del hogar esta llamada a la belleza. La Sagrada
Familia es la puerta de ingreso en la tierra del Salvador de la humanidad, el
cual, al mismo tiempo, da a la vida de amor y comunión hogareña la grandeza de
ser un reflejo privilegiado del misterio trinitario de Dios.
La buena noticia es que Dios nos ha elegido para recibir su amor
en el contexto de una familia que esta llamada a ser, como decía San Pablo: sean
compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y
perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a
ustedes. Finalmente, sean agradecidos. La llamada a amar y a ser amados en
familia es una fuente de siete virtudes que tejen la vida familiar: compasión,
corazón generoso, humildad, afabilidad, paciencia, perdón y gratitud.
La buena noticia es
que Dios nos deja a su propia familia para que, de su mano, podamos caminar con
nuestra familia. La Sagrada Familia nos acompaña para construir una familia que
nos ayude a ser felices y plenos. Jesús
se hizo hombre para traer al mundo la bondad y el amor de Dios; y lo hizo donde
el ser humano está más dispuesto a desear lo mejor para el otro, a desvivirse
por él, y anteponer el amor por encima de cualquier otro interés y pretensión.
Así, vino a una familia de corazón sencillo y lleno de ese afecto que vale más
que cualquier otra cosa. La comunidad familiar
formada por José, María y Jesús muestra que, a pesar de las dificultades, la
familia puede construirse en el camino del bien, del amor y de la felicidad. La
Sagrada Familia nos enseña que el amor entre un hombre y una mujer prolongado
en los hijos, genera una comunidad más fuerte que las fragilidades de cada uno.
En este misterio de
la Sagrada Familia, brilla la figura de San José. Lo vemos en un silencio que es presencia protectora. Él es el hombre que
sabe escuchar la voz de Dios en medio de la noche y de la incertidumbre, el que
antepone la seguridad de María y del Niño a sus propios planes. José nos
recuerda que la autoridad en la familia no nace del mandar, sino del servir y
proteger. José es quien da seguridad y paz a los suyos incluso en la huida a
Egipto. Algo que tiene importantes consecuencias como decía el papa Benedicto: Esto es lo que necesitan los niños: el amor del
padre y de la madre. Esto es lo que les da seguridad y lo que, al crecer, les
permite descubrir el sentido de la vida. La Sagrada Familia de Nazaret pasó por
muchas pruebas, como la de la «matanza de los inocentes» que obligó a José y
María a emigrar a Egipto. Ahora bien, confiando en la divina Providencia,
encontraron su estabilidad y aseguraron a Jesús una infancia serena y una
educación sólida.
Ser una familia
buena, incluso ser la Sagrada Familia, no exime de dificultades. Esto puede
ocurrir cuando se presentan problemas internos a causa del egoísmo, o externos por
una cultura que agrede por medio del
materialismo y el relativismo. Pero todo adquiere un sentido cuando, en medio
de las pruebas, la familia mantiene a Jesús dentro de su hogar y descubre que
lo que permite superar las pruebas y descubrir las bendiciones no es la
abundancia de bienes materiales, o las relaciones sociales, sino el corazón
lleno de amor a Dios y al prójimo. Como decía el Papa Francisco: En la vida
familiar de María y José Dios está verdaderamente en el centro, y lo está en la
Persona de Jesús… Cuando padres e hijos respiran juntos este clima de fe,
poseen una energía que les permite afrontar pruebas incluso difíciles.
De esta presencia de la Sagrada Familia en nuestra familia tiene que brotar el testimonio que las demás familias necesitan. Nuestros hogares deben poder ser buena noticia para los demás que pueden verse tristes y desesperados, para los que necesitan de un buen ejemplo para volver a encontrar la esperanza, la alegría, los valores familiares. Este domingo de la Sagrada Familia nos invita a que todos hagamos nuestro un compromiso: hacer sagrada cada familia, un trabajo que comienza al cruzar la puerta de nuestra casa, cuando no miramos a los ojos y decimos 'perdóname', 'gracias por estar aquí' o simplemente escucharnos sin prisa. Que Jesús en nuestro hogar nos haga una buena noticia para el mundo.
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