HOMILÍA DOMINGO DE RESURRECCIÓN 2025
Cada año, contemplamos la
resurrección de Cristo como un misterio. El misterio de la muerte de Cristo y
de su pasión lo captamos con facilidad porque vemos personas que han fallecido
o sufrido. Sin embargo, no tenemos el testimonio de un resucitado. Por eso, las
lecturas de hoy nos pueden servir para captar lo que significa la resurrección
de Cristo.
Juan nos dice lo que ha pasado:
Juan llega al sepulcro a descubrir que el sepulcro está vacío y nos narra lo
que ve: los lienzos tirados en el suelo, la sábana santa. Ve el sudario doblado,
el paño que pusieron a Jesús sobre su cabeza cuando estaba muerto para ocultar el
horror de la crucifixión, es el pañolón de la catedral de Oviedo. Pero Juan no
ve a Jesús resucitado.
Juan nos deja la manera en que podemos
descubrir a Jesucristo resucitado la nueva dimensión en la que se encuentra. Jesucristo
se encuentra en una dimensión sobrenatural y profundamente real. Jesucristo ha
ido más allá del misterio de la muerte y su cuerpo se transforma porque está
lleno de la Gloria de Dios. Por eso para verlo nos hace falta la fe, que es la
virtud que nos sintoniza con Dios. Por eso el evangelio de Juan dice que Juan
entró, vio y creyó.
Jesús, en los evangelios de la
resurrección, insiste en la fe. Varias veces les dirá a los apóstoles por qué
no tienen fe. Ellos, que estaban acostumbrados a relacionarse con Jesús con su
inteligencia, ahora tienen que relacionarse con la fe. Tenemos que
relacionarnos con Jesús de una forma diferente porque él es distinto. Sigue
siendo él, sigue siendo el mismo ser humano, pero de una manera distinta,
porque ya no puede ser derrotado por la muerte. Por eso a veces no nos cabe en
la cabeza, por eso necesitamos la fe para relacionarnos con él.
La resurrección tiene que hacerse
no solo una teoría, sino una experiencia, como Juan lo descubre en tres verbos:
entrar, ver y creer. El primero es entrar, es decir, ser capaces de dar un paso
hacia adelante. ¿Qué nos mueve a caminar hacia adelante? Nos mueve una
decisión, nos mueve un amor. Lo que hace entrar es el amor, que permite experimentar
una nueva forma de descubrir a alguien. Una experiencia humana nos puede
permitir entender esto, la experiencia del enamoramiento: A lo mejor yo he convivido con una chica a lo
largo de mi vida, hemos ido juntos al colegio, pero cuando me enamoro de ella
entro en una nueva forma de verla, porque la amo. El amor a Jesucristo nos
regala una nueva forma de ver a Jesús. ¿Y ese amor de dónde viene? Ese amor
viene de la certeza de que por mí ha resucitado, me ama sobre la muerte, me ama
en una vida que nunca termina. Esta es la primera gran experiencia, la
experiencia de entrar.
Es también la experiencia de un amor que la muerte no puede eliminar: Cuando
una madre pierda un hijo, lo sigue amando cada día. La muerte del hijo no es
una fecha en un calendario, es una experiencia diaria. En este caso la
experiencia es que Jesucristo está vivo conmigo todos los días. Esto es ver.
¿Qué es lo que vemos? lo que San Juan vio, que la vida de Jesús es más fuerte
que la muerte y nos dice que estamos llamados a estar vivos. Vivir es vencer
las cosas que nos matan todos los días: nuestros defectos, los defectos de los
demás, el miedo, algunas circunstancias que son nuestras cadenas. ¿Por qué
vence? Porque vence el amor. Hemos sido amados por Jesús de tal manera que no
solamente ha muerto por nosotros, sino que ha resucitado para nosotros. Ver que
la vida es el amor que vence, nos lleva a ser capaces de creer. Entró, vio y
creyó. La fe no es solo creer cosas, la fe es creer en una persona a la que nos
unimos, la fe significa que la seguridad está puesta en esa persona. Ese es el
testimonio que nos deja San Juan.
Esto nos lleva al testimonio de san
Pedro que ahora se nos presenta como testigo de la resurrección de Jesucristo.
San Pedro de una forma muy sencilla narra la historia de Jesús porque Jesús es
alguien real, no es un mito, es alguien con quien ellos han comido y bebido. Si
paso por la calle y me pareció ver a fulano, me puedo engañar, pero si he
estado comiendo con esa persona, tengo la seguridad de que está vivo. San Pedro
es testigo de que Jesucristo ha resucitado.
El que Jesucristo esté vivo y que
hayamos hecho la experiencia de su resurrección es una esperanza de que todo lo
que nos duele, será vencido por el amor de Jesús. Y también la esperanza de que
todo lo que es precioso para nosotros no se acabará, lo tendremos para siempre.
Este domingo nos dice que no podemos vivir igual, como cuando uno se enamora no
puede vivir igual, su vida tiene que cambiar.
Hoy se nos invita a que cada uno
piense en la experiencia que tiene de Jesús resucitado. Por eso san Pablo dice:
busquemos las cosas de arriba, es decir unidos a la resurrección de Jesús, nuestra
vida cambia, se llena de esperanza, de fe, de amor verdadero. La tumba de Jesús
es un signo de que su amor por mí ha vencido la muerte, para que mi amor por él
pueda convertirse en vida diaria, en los platos que fregamos, negocios que abrimos,
familiares que visitamos. Hoy se nos da la certeza de que lo hermoso de la vida
se mantiene por siempre gracias al amor de Jesús.
Esta es la experiencia de que
Jesucristo vive en mí, que me acompaña, me sostiene, me levanta con su
misericordia me levanta. Jesucristo ha resucitado para amarte a ti, llenarte de
esperanza y para que seamos alegría para los que nos rodean y queremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario