domingo, 9 de febrero de 2025

UN PESCADOR PESCADO




HOMILÍA 5º DOMINGO TO CICLO C

Es de buena educacion el pedir permiso antes de entrar en una casa.  Por eso hoy Jesús nos pregunta si le damos permiso para hacer un mundo mejor desde la barca de la vida de cada uno de nosotros. El día de nuestro bautismo fue cuando Jesús nos eligió estar en la barca de nuestra vida, para ser una buena noticia para todas las demás personas. Y no lo hizo por nuestros méritos o por nuestra inteligencia. Pero a veces podemos ver que nuestra vida, como la barca de San Pedro —que estaba vacía porque no había podido pescar nada en esa noche—, está vacía de esperanza, de amor o de fe. Jesús sabe que no somos perfectos, como hemos oído al profeta Isaías que al ver a Dios en el Templo exclama: “¡Ay de mí!, estoy perdido, porque soy un hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, porque he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos”. Pero eso a Jesús no le importa. 

Jesús nos eligió por amor: por amor a nosotros y por amor a los demás. ¿Se acuerdan de cómo Kung Fu Panda se convierte en el Guerrero Dragón? Parecería que la grulla, el mono, la tigresa, la mantis o la serpiente serían elegidos como grandes guerreros. Pero Oogway, la tortuga, elige a Po, que parece el menos digno. Como Oogway le dice al maestro Shifu, el panda rojo, la clave está en que creamos en la persona y en el bien que puede hacer. 

Cuando nos bautizaron, el sacerdote tomó un poco de aceite, lo puso en nuestra cabeza y dijo: Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te ha liberado del pecado y dado nueva vida por el agua y el Espíritu Santo, te consagre con el crisma de la salvación para que entres a formar parte de su pueblo y seas para siempre miembro de Cristo, sacerdote, profeta y rey. 

Eso fue lo que hizo Jesús con nosotros. Como hizo con Pedro, Jesús se subió a su barca para que Simón Pedro pudiera ser una buena señal para los demás. Por eso Jesús le dice a San Pedro: “serás pescador de hombres”; es decir, le da la misión de ayudar a los demás a que no se ahoguen, a sacarlos de lo que les hace daño, de lo que es malo. Cuando pensamos en el mar, pensamos en algo bonito, divertido. Pero también sabemos que el mar puede ser peligroso. En la época de Jesús, el mar simbolizaba la muerte, pues, como casi nadie sabía nadar, quien se caía al mar tenía pocas posibilidades de sobrevivir. 

Simón, antes de conocer a Cristo, era solo un pescador al que a veces le iba bien y otras le iba mal. En el Evangelio de hoy, le había ido muy mal. Pero Jesús se sube a su barca, le llena la barca de peces y le hace mensajero de la buena noticia del amor de Dios, de la certeza de que el amor de Dios es más fuerte que todos los males, aunque a veces nosotros no lo veamos y pensemos que no es así. 

El p. Cantalamessa dice: En la pesca ordinaria, el pescador busca su provecho, no ciertamente el de los peces. En el significado evangélico sucede lo contrario: es el pescador el que sirve al pez. En la Iglesia nadie es sólo pescador, y nadie es sólo pez. Todos somos una y otra cosa a la vez. Cristo es el único que es sólo pescador. Antes de ser pescador de hombres, Pedro fue pescado y recuperado. Fue recuperado sobre todo después de su traición. Tuvo que ser repescado del abismo en que había caído para que aprendiera qué quiere decir ser pescador de hombres. Ser pescador de hombres es ser alguien que se preocupa por que los demás estén del lado del bien, de la vida y del amor.

Cada uno de nosotros ha sido sacado del mar por alguien que ha sido nuestro pescador. Nuestros papás nos bautizaron y nos enseñaron el camino del bien; a ellos, nuestros abuelos, y así podríamos seguir hasta llegar a los apóstoles, como recuerda San Pablo:  Por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí; al contrario, he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios, que está conmigo. Todos necesitamos ser "pescados" por alguien que nos enseñe el amor de Jesús, y todos debemos ser pescadores para alguien que necesite el amor de Jesús. 

En este domingo, Jesús se va a subir a nuestra barca a través de la Eucaristía. Cuando el ministro nos diga: El Cuerpo de Cristo y respondamos Amén, Jesús se está subiendo a nuestra barca para que sepamos que con Él en nuestro corazón podremos ayudar a alguien a ser mejor, a que tenga más fe, más esperanza o más amor. Y cuando alguien nos ayude, démosle las gracias, porque en esa persona Jesús ha querido pone en nuestra vida a un pescador. 

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