sábado, 22 de febrero de 2025

EL AMOR QUE HACE FELICES

 


HOMILIA VII DOMINGO TO CICLO C 20220220

En las redes sociales se ha hecho común una palabra para designar a quienes tienen un comportamiento de agresión en sus opiniones sobre un tema. Se llaman Haters, es decir en español, son ODIADORES.  En nuestra sociedad es muy común el señalar a alguien como enemigo, estamos acostumbrados a que hay quienes son malos y a esos hay que aplastarlos. Y nos encanta señalar los males de los demás. Entre los antiguos había una ley que se resumía en Ojo por Ojo y Diente por Diente. O sea, tú me haces un mal y yo te hago otro mal semejante. Sin embargo lo que nos distingue como cristianos, es buscar ser como Dios es con nosotros.

Nuestros comportamientos demuestran de qué estamos hechos porque manifiestan lo que es nuestro corazón. El corazón bueno buscará siempre que de sus palabras y de sus obras siempre salga el bien. Como la historia de la primera lectura, en la que el futuro rey David tenia a mano el poder eliminar a su enemigo, el rey Saúl, que lo estaba persiguiendo para matarlo, y sin embargo, le hace un bien.

En el mundo podemos sembrar el mal o el bien. El mundo que nos rodea a veces es malo, otras veces es bueno. Como seamos nosotros no depende del mundo en el que vivimos. Pero la pregunta es ¿cómo quiero ser yo? ¿Cómo quiero que sea mi corazón? ¿Malo o bueno? Para saber si mi corazón es bueno, Jesús nos propone unas reglas, que podemos poner en cuatro preguntas: ¿amo a mis enemigos y hago el bien aunque me hagan un mal? ¿trato a los demás como quiero que ellos me traten? ¿mi modo de actuar tiene como regla el modo de actuar de Dios conmigo? ¿mi modo de juzgar a otros es como yo quisiera que me juzgasen a mí? Todos queremos ser perdonados cuando hacemos el mal, todos queremos ser juzgados con misericordia, todos queremos que los demás nos hagan bienes y no males. Cuando rezamos el padrenuestro pidámosle que nos perdone como nosotros perdonamos a los demás. Como dice el catecismo: "El perdón es la condición fundamental de la reconciliación de los hijos de Dios con su Padre y de los hombres entre sí. No hay límite ni medida en este perdón, esencialmente divino. Cuando un cristiano se resiste a perdonar a sus hermanos, su corazón se cierra y su dureza lo vuelve impermeable al amor misericordioso del Padre; en la confesión del pecado, el corazón se abre a su gracia."

Siempre que oímos estas frases del modo de tratar a los enemigos, sentimos que son ideales bonitos pero que no se pueden llevar a cabo. Cuando oímos eso de que “hay que poner la otra mejilla cuando nos golpeen en una”, pensamos que eso es algo que no tiene sentido. Pero dos modelos nos muestran que sí se puede hacer. Un modelo es Jesús, que en la cruz rezó por los que le estaban crucificando y llegó a morir por todos nosotros que somos pecadores. Y el otro modelo son nuestros papás, que ciertamente no son perfectos, pero que en la mayoría de los casos son un precioso ejemplo de lo que hoy nos ha propuesto Jesús. cuántas veces nosotros hemos sido enemigos de nuestros papás. Cuántas veces les hemos, como dice Jesús, quitado lo que era suyo, su tiempo, su salud, su tranquilidad, y ellos nos lo han dado. Cuántas veces no hemos sido buenos con ellos y ellos han seguido amándonos y rezando por nosotros. Cuántas veces ellos nos han seguido abrazando a pesar de que nosotros les seguíamos haciendo el mal. Cuántas veces les hemos golpeado en una mejilla y ellos han vuelto a poner la otra. Porque el amor de verdad es siempre mas fuerte que el mal y sigue siendo amor aunque de la otra parte no haya correspondencia. Cuando hay un amor de verdad, entonces lo que Jesús nos dice se puede hacer.

Jesús nos propone que en nuestro trato con los demás miremos siempre a dos corazones. En primer lugar a nuestro corazón. ¿Cómo es nuestro corazón, bueno o duro, vengativo, rencoroso? Y en segundo lugar, que miremos el corazón de Dios que será siempre un corazón bondadoso y misericordioso, como lo ha descrito el salmo: El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien lo ama.

Hoy Jesús nos viene a decir: ten un amor de verdad en tu vida. Ama de verdad, en serio. En un mundo donde la venganza y el rencor parecen ser la norma, nosotros estamos llamados a ser testigos del amor que transforma, del perdón que sana, de la misericordia que edifica. Porque ese es el amor que hace felices, ese es el amor que llena el corazón, ese es el amor que nos permite ser felices en un mundo amargado porque deja que el odio y el rencor sean lo que hay dentro de su corazón. Siempre habrá personas que no quieran el amor que les ofrecemos. Pero si nosotros tenemos un corazón como el que Jesús nos propone en el evangelio de hoy, en vez de hacer peor nuestro mundo, lo haremos mejor.  

No hay comentarios: