domingo, 1 de diciembre de 2024

¡¡¡YA ESTA LLEGANDO!!!

 


HOMILIA 1 DOMINGO DE ADVIENTO CICLO C

Hoy comenzamos el tiempo del adviento. El adviento es un tiempo muy bonito porque nos prepara para la venida de Jesús. ¿Pero Jesús no ha venido ya? El nació en Belén hace unos dos mil años. ¿Entonces cómo es que esperamos que venga? Y es que hoy comenzamos a celebrar no solo el que Jesús vino en la primera Navidad, sino también el que Jesús vendrá. Nosotros esperamos que un día, no sabemos cuándo, Jesús vendrá de nuevo al mundo para que ya no haya más males, para que en todos haya paz, para que todos seamos felices con él. Esto es lo que llamamos la segunda venida de Cristo, como decimos en el credo de cada domingo: Y DE NUEVO VENDRA CON GLORIA PARA JUZGAR A VIVOS Y MUERTOS.

O sea, esperamos que un día él llegue a nuestras vidas y lo podamos ver en su plenitud. La venida de Jesús nos hará ver todas las cosas buenas que haya en nuestros corazones y al mismo tiempo verá con misericordia aquellas cosas que quizá no son tan buenas en nuestros corazones.

El evangelio que acabamos de escuchar nos puede dar un poco de miedo porque habla del fin del mundo. Pero lo que en verdad nos quiere decir es que no habrá nada que se le escape a Jesús a la hora de ver nuestras vidas. Pero eso nos puede asustar todavía más. ¿Porque, qué va a pasar cuando Jesús vea que no hemos sido como deberíamos ser? Sabemos que Jesús va a ver todo. Lo importante es con qué ojos Jesús nos va a ver. Jesús nos va a ver con su corazón de amigo, con su corazón de hermano, con un corazón como nos lo ha dicho el salmo: EL SEÑOR ES RECTO Y BONDADOSO, INDICA A LOS PECADORES EL SENDERO, pues,  aunque a veces no seamos como debemos ser, Jesús nos va a enseñar por dónde tenemos que ir, cómo tenemos que comportarnos.

¿Y cómo nos enseña Jesús el camino? Nos lo dice San Pablo: QUE EL SEÑOR LOS LLENE Y LOS HAGA REBOSAR DE UN AMOR MUTUO Y HACIA TODOS LOS DEMAS, COMO EL QUE YO LES TENGO A USTEDES. Es decir, él llena nuestros corazones de amor para que siempre sepamos como debemos vivir.

El papa Benedicto nos recordaba que El Adviento invita a los creyentes a tomar conciencia de esta verdad y a actuar coherentemente. Resuena como un llamamiento saludable que se repite con el paso de los días, de las semanas, de los meses: Despierta. Recuerda que Dios viene. No ayer, no mañana, sino hoy, ahora. Dios, no es un Dios que está en el cielo, desinteresándose de nosotros y de nuestra historia, sino que es el Dios-que-viene. Es un Padre que nunca deja de pensar en nosotros y, respetando totalmente nuestra libertad, desea encontrarse con nosotros y visitarnos. Viene porque desea liberarnos del mal y de la muerte, de todo lo que impide nuestra verdadera felicidad, Dios viene a salvarnos.

Por eso el tiempo del adviento nos avisa que tenemos que mejorar nuestra vida, que tenemos que esforzarnos por hacer mejor las  cosas, en definitiva, que nuestra vida tiene que ser más semejante a la vida de Jesús. No basta con que llenemos nuestras casas de adornos, nuestros arboles de luces. Lo que tenemos que hacer es llenar nuestra vida de cosas buenas, nuestro corazón de amor por los demás. Este es el sentido del adviento: ir llenando nuestros corazones de amor. De este modo sabemos que estaremos listos para cuando venga Jesús.

Para esto Jesús nos da dos consejos: Velar, o sea estar atentos, y hacer oración. Como decía el Papa Francisco, Jesús nos invita a que no se nos duerma el corazón, esto pasa cuando giramos siempre alrededor de nosotros mismos y nos quedamos atrapados el baúl de nuestras vidas con sus problemas. El Adviento nos invita a mirar fuera de nosotros mismos, para abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas. El adviento es un buen momento para abrir nuestros corazones y vigilar nuestro modo de usar nuestro tiempo, nuestras relaciones, nuestro compromiso con los demás.

La segunda actitud para vivir bien el tiempo de espera del Señor es la oración. Ojalá en adviento pudiéramos dedicar un tiempo a la oración en familia. Una oración que vaya ilusionando nuestros corazones para recibir a Jesús. Cuando preparamos una fiesta familiar, entre los papás y los hijos van platicando cómo la van a celebrar, dónde quieren ir, qué es lo que quieren comer. Ahora que la fiesta es la llegada de Jesús, podemos hablar con Dios en familia y decirle cómo queremos vivir cerca de Jesús, o rezar juntos un misterio del rosario y decirle a María Santísima que nos ayude a ser mejores para estar listos a la llegada de su hijo en Navidad.

En este primer domingo de Adviento recordemos que estos días que nos separan de la Navidad son una oportunidad para transformar nuestro interior y nuestro entorno buscando escuchar a Dios, encontrar el mejor modo de servir con gozo al prójimo. Porque en cada pequeño acto de amor, en cada gesto de servicio, anunciamos la venida de Jesús entre nuestros hermanos.

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