sábado, 24 de febrero de 2024

TRANSFIGURADOS POR AMOR

 


CUARESMA II B 20240225

Todos hemos visto como una oruga bonita se queda quieta, y comienza a ponerse de color muy feo y se queda colgada de un rincón, sin belleza. Sin embargo, si esperamos unos días, veremos cómo de esa cosa fea sale una mariposa llena de color. Así son muchas cosas de la vida. Pero lo que se ve muy fácil en la mariposa, no es tan sencillo cuando lo estamos pasando mal. Todos en la vida tenemos momentos difíciles, por enfermedad o por algo malo. Son situaciones que tapan todo lo que pueda haber de bueno. En este domingo se nos invita a no desanimarnos cuando tengamos que enfrentar las cosas que nos cuestan para ser mejores en la vida. En especial cuando sintamos que lo que nos daba seguridad puede llegar a desaparecer.

Lo que nos narra la lectura de Abraham es la historia de muchos seres humanos. Muchas veces tenemos la experiencia de que en la vida perdemos lo que amamos, lo que da sentido a nuestra vida. Es un sentimiento de un profundo dolor y oscuridad. En el caso de Abraham, Dios le había prometido un hijo y ahora resulta que ese hijo tiene que morir. Aunque eso le podría quitar a Abraham toda la confianza en Dios, la confianza en el futuro, la confianza en sí mismo, sin embargo, Abraham obedece y descubre que Dios nunca abandona a quien, aunque sea con dificultades, pone su confianza en Él.

¿Por qué tenemos que tener la seguridad de Dios va a estar siempre cerca y que, de modos que ni siquiera podemos prever, Dios nos va a sacar de las dificultades? Porque Dios nos ha dado a su mismo hijo, como dice San Pablo: Dios está dispuesto a darnos todo en su hijo amado. Así decía Juan Pablo II: Cristo es el Hijo amado del Padre, la palabra "amado" … nos da a conocer el amor infinito del Padre al Hijo y, al mismo tiempo, nos revela su "pasión" por el hombre, por cuya salvación no duda en entregar a este Hijo tan amado. Todo ser humano puede saber ya que en Jesús, es objeto de un amor ilimitado por parte del Padre celestial.

Dicho de otro modo, en todo momento podremos tener la certeza de que el amor de Cristo estará siempre a nuestro lado, porque Dios nos ha dado a su hijo.

Jesús es quien puede sostenernos en medio de nuestros miedos, de nuestras dudas. La Transfiguración es el momento en el que Jesús permite a los apóstoles verle como lo que es de verdad: el Hijo de Dios glorioso, y el Hijo de Dios amado. Jesús quiere que sus discípulos no se olviden de quién es cuando lo tengan que ver derrotado en la pasión, lleno de sufrimientos, despreciado por todos, colgado de la cruz. Cuando parezca que nada tiene remedio.

Jesús les dice que no cuenten nada hasta que él haya resucitado de entre los muertos. Los discípulos que no saben lo que va a pasar y se preguntan: ¿qué quiere decir eso de resucitar de entre los muertos? Nosotros sí sabemos lo que quiere decir. Resucitar de entre los muertos quiere decir que antes ha tenido que sufrir y morir, pero también que todo eso tan malo no es lo definitivo: que lo definitivo es Jesús glorioso lleno de luz y la presencia del amor de Dios por nosotros. Lo definitivo es que pase lo que pase, él va a resucitar y vencer el mal.

¿Cuáles son los momentos difíciles que están pasando en nuestra vida? ¿Cuáles son las montañas que tenemos que subir con mucha fatiga?, ¿cuáles son los momentos de pasión y de sufrimiento que en este momento piden que volvamos los ojos a Jesús para descubrir la presencia del amor de Dios? Jesús con su transfiguración nos da la seguridad de que el amor de Dios está presente pase lo que pase, por eso es tan valioso lo que hemos repetido en el salmo: siempre confiaré en el Señor. Como dice el mismo salmo: aun abrumado de desgracias, Dios siempre nos saca adelante con la certeza de que lo que es feo como una crisálida de oruga se va a transformar en una bella mariposa.

Quizá algunos de ustedes han leído “la bruja, el armario y el ropero” de las Crónicas de Narnia, libro para niños y para no tan niños. En ella un león, Aslan, es la figura de Jesús. En esta obra, el león es hecho prisionero y es sacrificado. Pero al amanecer, sus amigos lo vuelven a encontrar vivo. Cuando le preguntan qué ha pasado, Aslan les dice que a veces el mal piensa que tiene el poder sobre la gente buena, pero que cuando una víctima voluntaria, que no ha cometido traición, es ejecutada en lugar de un traidor, la Mesa se quiebra y la Muerte misma comienza a trabajar hacia atrás. La transfiguración no es un truco de magia, es la manifestación de Jesús como el Hijo Amado, que nos muestra un amor más fuerte que nuestros problemas. La transfiguración de Jesús es el cambio de lo que es malo en bueno por la fuerza de su amor por nosotros. También en cada misa se produce una transfiguración: la de un poco de pan y de vino, en el cuerpo y la sangre del Hijo Amado del Padre, que está ahí para estar en nosotros. Cuando lo recibamos en nuestro corazón digamos llenos de confianza: SIEMPRE CONFIARE EN TI SEÑOR, PORQUE ESTOY SEGURO DE CUANTO ME AMAS. 

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