HOMILIA XXXIV DOMINGO ORDINARIO CRISTO REY
2023.11.26
Ver a Jesús como Rey es una imagen que se hace un poco
difícil de concretar, pues hoy no tenemos claro lo que significa ser Rey, cuando
los reyes y las reinas o son personajes políticos, sociales o personajes de
Disney. En una encuesta reciente se identificaba a un rey con tres palabras: Poder,
Autoridad y Riqueza. Es obvio que Cristo Rey y el Reino de Cristo, tienen que
ser otra cosa diferente.
Este domingo, somos invitados a reflexionar sobre qué implica
que Cristo sea Rey, que posea un Reino y que nosotros seamos parte de este
Reino. Para ello, Jesús nos cuenta la historia del último día del mundo. una
historia que tiene tres partes.
La primera nos dice que Jesús va a volver victorioso. una
victoria que está simbolizada en una la forma de celebrar la victoria sobre los
enemigos en tiempos de Jesús: Jesús vendrá con gloria y se sentará en un trono.
Como cuando un equipo de futbol regresa a su ciudad después de haber
conquistado una serie mundial. Es toda una celebración, hay alegría, hay fiesta.
Cristo es Rey porque su venida es un motivo de alegría y esperanza. Todo lo que
nos preocupa, nos da miedo, nos duele, desaparecerá con Jesús victorioso. Él es
nuestro Rey porque vence a lo que es enemigo de la verdadera dignidad del ser
humano. Cristo Rey nos otorga esperanza: la certeza de que un día todos seremos
felices y viviremos en paz, de que un día todos estaremos bien y de buenas. Es
el Rey que hace el bien venza al mal, en el que podemos poner nuestra seguridad.
Como decía el salmo: el señor es mi pastor, nada me falta, nada temo.
En segundo lugar, Cristo es Rey porque es el modelo
que tenemos que seguir en nuestra vida. Él es el criterio que tenemos que
seguir para ser felices. A él tenemos que mirar para saber cómo tenemos que
comportarnos en la vida. Por eso se nos presenta separando a los seres humanos,
poniendo a unos a un lado y a los otros en otro, como lo haría un pastor. El
hablar de la izquierda y de la derecha, tiene que ver con la salida y la puesta
del sol. Si miramos al norte, el sol sale por nuestra derecha y se oculta por
nuestra izquierda. Por eso Jesús pone a la derecha pone a aquellos que han sido
luz y a la izquierda a los que han sido oscuridad. La luz es lo que da paz, lo
que da alegría, lo que nos permite ver la verdad de las cosas, la oscuridad es
lo que da amargura, lo que deja tristes, lo que no deja ver las cosas como son.
Cristo es Rey porque es nuestro punto de referencia a la hora de juzgar nuestra
vida, nuestros actos, las realidades del mundo. Tener el punto de vista de
Cristo nos pone del lado de la luz o de la oscuridad.
Y en tercer lugar, Cristo Rey nos dice cuáles son las
reglas para ser de su Reino. La pregunta que permite saber si estamos o no en
el Reino es una: ¿Amé haciendo el bien a los que lo necesitan o fui
indiferente? Esto quieren decir las seis circunstancias que reflejan muchas
situaciones de los seres humanos: a los que les falta algo esencial para vivir,
los que tienen hambre o sed; los que carecen de seguridad, porque no están en
su patria o no tienen lo esencial para estar ante los demás, los forasteros y
los desnudos; finalmente, los que se enfrentan a la soledad física o espiritual,
el caso de los enfermos y los que están en la cárcel. Jesús dice que no podemos
ser indiferentes ante quienes carecen de lo esencial para vivir, o tienen un
vacío en su vida. El amor que supera la indiferencia es el corazón del Reino de
Jesús. El Reino de Cristo, en última instancia, es la presencia del amor entre
los seres humanos.
Ahora, al escuchar a Jesús en el evangelio, quizá
tenemos un poco más claro en qué modo Jesús es Rey: Él es rey porque se
preocupa por nosotros, porque nos da esperanza, porque se pone al lado de lo
que cada uno de nosotros necesita. Nosotros somos parte del Reino de Cristo
cuando hacemos del amor nuestra regla de vida ante la tentación de la
indiferencia o de la dureza del corazón, cuando hacemos presente su amor a
pesar de nuestras fragilidades.
Hagamos nuestra su invitación a ser buenos pastores de
quienes nos necesitan, pues nosotros somos el medio privilegiado mediante el
cual él hace presente su Reino en el mundo. Si hoy lo reconocemos como nuestro
Rey, también examinemos, como estamos en su Reino y si de verdad somos sus
manos y su corazón en nuestro mundo.
Cada vez que rezamos el padre nuestro, decimos ¡Venga tu Reino!: hagamos que el reino de Jesús venga siempre a nosotros, poniendo en él nuestra esperanza, dejando que nos ilumine y siendo sembradores del amor de Cristo entre quienes nos necesiten.
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