¿COMO ANDAS DE ACEITE?
HOMILIA DOMINGO XXXII CICLO A
A todos nos gustan las bodas. Hoy, Jesús nos habla de una
boda. Las bodas en el tiempo de Jesús comenzaban con la espera del novio.
¿Cuándo llegaría el novio? Nadie lo sabía. Por ello, la novia estaba en vela
con diez amigas. Tenían que estar preparadas con lámparas con aceite para
alumbrar el camino al novio cuando llegara en busca de su prometida, con una
procesión de palmas, ramas de mirto y música. Esto nos hace entender, como nos
cuenta Jesús, que alguien da un aviso, o el que no se sepa a qué hora llega el
novio, o que las doncellas sean el cortejo de la novia. Esta parábola nos hace
ver lo que significa ser los amigos invitados a la boda del cielo.
Lo primero es que Jesús se presenta como un novio que nos
ama con el amor de un novio a su novia, un amor de entrega completa a su novia,
que es la iglesia. Como la Iglesia somos todos, el Señor nos ama a todos con
todo su corazón. La puerta de este amor en la iglesia es el bautismo, un regalo
que tenemos que poner en práctica. Es como si tengo una semilla y no la
siembro, nunca crecerá la plantita. Es como si tengo un teléfono inteligente de
última generación, pero sin batería, solo hace bulto en el bolsillo. El
bautismo, hecho vida, hace que Dios
pueda entrar en nuestra vida y hacernos felices, más fuertes que el pecado y
que el mal. Jesús ama con todo su corazón a la Iglesia. Cuando nos preocupen
las cosas negativas que suceden en la Iglesia, tengamos la certeza de que nada
hay más fuerte que el amor de Jesús.
Lo segundo es que Jesús invita a sus amigos a una fiesta de
bodas: llenos de felicidad, compartiendo con los amigos, recordando cosas
buenas, disfrutando de gran alegría. Esta es la fiesta del cielo. A veces
pensamos en el cielo como un sitio donde estamos con alitas tocando el arpa…
pues no… siempre que Jesús habla del cielo, habla de una gran fiesta de amigos
que no tiene fin.
Sin embargo, falta saber qué tienen que ver las doncellas de las lámparas en todo esto. Las lámparas encendidas son el símbolo de la amistad con Cristo. Poner en práctica el bautismo implica poner en práctica la amistad con Cristo. Solo se puede entrar a la fiesta del amor de Cristo siendo sus amigos, porque solo el amor abre las puertas al amor. Las lámparas significan el corazón de cada uno y el aceite es el amor que las hace brillar. San Agustín decía que el aceite de las lámparas era el amor: la caridad, se halla significada en el aceite. "El aceite se coloca siempre por encima de todos los demás líquidos. Vierte un poco de agua y echa encima aceite; este queda encima. Echa aceite, vierte agua encima, y el aceite sube a la superficie. La caridad nunca se hunde". Esta es la razón por la que las doncellas previsoras no pueden dar aceite a las descuidadas, porque yo no puedo amar por ti. Te puedo amar, pero no puedo amar por ti. El amor es algo personal, y o lo tienes, o no lo tienes. El Señor nos avisa para que en la vida no nos quedemos sin aceite. Si tenemos aceite, es decir, si nuestro corazón tiene amor a Dios, aunque se nos apague el entusiasmo, o nos perdamos en el camino, o no seamos como hubiéramos querido ser, podremos encontrar el modo de volver a encender nuestra lámpara, para estar listos en la amistad con Jesús.
También el evangelio nos dice que algunas de las doncellas
se quedaron fuera de la fiesta: la tragedia de las doncellas descuidadas es que
habían descuidado el amor y habían descuidado amar en el tiempo que tenían para
amar. Esta vida es el tiempo que tenemos para llenar nuestra lámpara de amor
con nuestras buenas obras, con nuestra misericordia, con nuestra generosidad, o
con nuestros sacrificios.
Lo importante en la vida es llenar de amor nuestras
lámparas, no ser famosos, o ganar mucho dinero, o tener muchas vistas en
Instagram. Lo importante es amar, esa es la verdadera sabiduría, de la primera
lectura: "Radiante e incorruptible es la sabiduría; con facilidad la
contemplan quienes la aman y ella se deja encontrar por quienes la buscan…
Darle la primacía en los pensamientos es prudencia consumada..." Quien ama es
sabio, porque es capaz de entender las cosas bajo la única luz importante.
Quien ama tiene aceite para esta vida y además también para entrar lleno de
alegría a la fiesta de Jesus, como decía San Pablo: "no vivan tristes, como los
que no tienen esperanza. Pues, si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual
manera debemos creer que, a los que mueren en Jesús, Dios los llevará con él."
La historia que hoy nos ha contado Jesús es una historia de
amor, pero de amor verdadero, del que se compromete. ¿Cómo está nuestra
lámpara? ¿Tiene aceite? Aprovechemos el regalo que la Eucaristía nos da cada
domingo: Jesús, el amor de Dios a la humanidad, viene a nuestro corazón, para
llenar nuestras lámparas. Viene para que si le abrimos de par en par las
puertas de nuestro corazón, él también nos abra de par en par las puertas del
suyo.
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