- Sab 9, 13-18: ¿Quien comprende lo que Dios quiere?
- Sal 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17: Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación
- Flm 1, 9b-10. 12-17: Recíbelo, no como esclavo, sino como hermano querido
- Lc 14, 25-33: El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mio
HOMILÍA DOMINGO XXIII TO CICLO C
El evangelio de hoy nos presenta una invitación que nos
desafía a revaluar nuestra vida y nuestras prioridades. Es una propuesta de
vida tan radical, que nos lleva a preguntarnos si estamos verdaderamente listos
para vivirla. Podemos decir que el evangelio de hoy tiene dos partes. La
primera es la propuesta de un ideal para la vida. la segunda es la necesidad de
ver si estamos o no listos para vivir ese ideal. Es como en las películas en
las que un héroe se da cuenta de lo difícil que es llevar a cabo lo que se le
pide, como matar a un dragón, o rescatar a un reino y tiene que decidir si se
atreve o no a llevar adelante esa misión. El problema es que si no lo hace, el
mal o los malos van a seguir haciendo de las suyas. Entonces el héroe, a veces
contra el propio gusto, lucha contra el enemigo.
Esto es lo que Jesús nos dice en el evangelio: Si queremos hacer
el bien, tenemos que ser capaces de seguirlo como nuestro héroe aunque eso
suponga sacrificios. Jesús deja claro que seguirlo puede no ser fácil, y por eso
el evangelio nos dice que, si queremos hacer el bien, tiene que haber una
jerarquía, o sea un orden, en los amores que tenemos en la vida.
El orden en los amores es algo fácil de entender. Si, por
ejemplo, tienes que elegir entre tu hijo y tu padre, ¿a quien elegirías?
Normalmente elegiríamos a nuestros hijos. No porque nuestros padres no sean
dignos de amor, pero entre los amores que tenemos hay un orden. Tenemos que
aprender a poner un orden en nuestros amores porque si no, hacemos daño a los
que decimos que amamos. Si digo que amo tanto a mi hijo que le dejo comer todos
los dulces que quiera. Estoy poniendo en mal sitio el amor a mi hijo, porque el
verdadero amor a mi hijo pasa primero por el cuidado de su salud.
Después de todo lo dicho quizá entendamos un poco más lo que
Jesús nos quiere decir en el evangelio. Si queremos de verdad a alguien tenemos
que ponerlo en el sitio que le corresponde en el orden del amor. ¿Cuál es el
primer amor que tenemos que tener si queremos hacer el bien en el mundo? El primer
amor tiene que ser Dios y luego, como segundo mandamiento, amarás a tu prójimo
como a ti mismo. El verdadero amor a Dios respeta quién es Dios y respeta quién
es el prójimo, que nunca puede ser nuestro dios. Si ponemos al prójimo por
encima del amor de Dios, lo más probable es que no estemos amando de verdad a
nuestro prójimo, como los dulces que dan dolor de panza por un mal amor.
Jesús nos invita a poner orden en el amor como la mejor
manera de hacer el bien a todos. Pero esto no es fácil, porque puede entrar el egoísmo,
la vanidad, la envidia, que hacen que no pongamos primero el amor de Dios. Por
eso Jesús dice que, para ordenar nuestro amor por los demás, tenemos que poner
orden en el amor que tenemos por nosotros mismos: tenemos que luchar contra el
egoísmo, que es mucho peor que un dragón con cuernos y uñas: es el enemigo del
amor verdadero.
Jesús nos recuerda que el que no toma su cruz y le sigue no
puede ser su discípulo. Tomar la cruz no es sufrir muchos dolores. Tomar la
cruz es decidirse a vivir con una entrega generosa, a amar de verdad a los
demás, y eso solo se hace cuando estamos dispuestos a amar a alguien de verdad.
Es decir, tomar como Él las propias cargas y las cargas de los demás e imitar
el amor generoso y misericordioso que Él tiene por nosotros. Para hacer esto es
necesario mirarlo más a Él que a nosotros mismos. Si un amigo que queremos
mucho, mucho, nos pide que le compartamos un juguete o nuestro lunch, aunque
nos cueste, como es nuestro amigo de verdad, se lo compartimos. Eso es llevar
la cruz y seguir a Jesús. Si tenemos una dificultad en la fidelidad conyugal,
el amor más fuerte a mi esposo o a mi esposa me salva de romper mi compromiso. Lo
que nos hace entregarnos es fortalecer el amor, no el deber o la obligación.
El evangelio de hoy tiene una segunda parte. que nos dice que,
antes de construir una casa, echemos bien las cuentas, o que, antes de empezar
una pelea, veamos bien las fuerzas que tenemos. O sea, cuando queremos hacer
algo bueno, hay que pensar si lo podemos hacer de verdad. Eso no es cobardía, es
prudencia, o sea, la virtud que enseña a buscar las mejores formas de hacer una
cosa que he visto que es buena. A veces, cuando no podamos hacerlo del todo, posiblemente
tengamos que ir dando pasitos de poco a poco, para que ese amor sea cada día
más auténtico y mejor. Comenzar amando en pequeñas cosas, haciendo pequeños
momentos de oración, o pequeños gestos de caridad, serán las formas en que
podremos lograr ser los héroes que hacen que el mundo sea mejor.
¿Queremos ser amigos de Cristo? Pues entonces cada uno vea cómo puede dar cada día un pasito para poder tenerlo más cerca de su corazón. ¿Quieres ser amigo de Cristo? Da hoy un pasito hacia Él. Porque los héroes del Reino no llevan capa, sino cruz… y mucho amor.
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