HOMILÍA VI
DOMINGO DE PASCUA CICLO B 2024.0505
En la
Pascua, Jesús se nos ha mostrado como el resucitado que nos da el perdón, la
paz y la fe, el que se nos muestra cercano y vivo, vencedor de todo lo que nos
da miedo y nos quita certezas. Lo hemos visto como nuestro Buen Pastor, como la
Vid a la cual tenemos que estar unidos. Este domingo, Jesús Resucitado se nos
presenta como nuestro amigo. un verdadero amigo, el que a pesar de todo
permanece en el amor al amigo. Por eso Jesús nos dice: Permanezcan en mi amor. ¿Qué
significa que Jesús resucitado es nuestro amigo de verdad?
¿Recuerdan la
canción de TOY STORY: hay un amigo en mí?
Las aventuras de los juguetes amigos de Woody son historias de amistad, que se
centran en esa frase: Hay un amigo en mí. Así
es nuestra relación con Jesús: hay un amigo en mí. Un amigo que nos hace
saber que nunca estamos lejos de casa, un amigo que nos consuela, un amigo que
es fiel, un amigo que, aunque el tiempo pase, mantiene viva la amistad. Jesús
es un amigo que nos llena de gozo, que da su vida por nosotros, que siempre
vuelve a elegirnos, que confía en nosotros a pesar de nosotros. Un amigo que
cumple la principal regla de la amistad: no hay amor más grande que el que da
la vida por aquel a quien se ama.
No se es
amigo sólo porque se juega al fútbol con alguien, o se va juntos al cine, o por
una reunión para una alegre comida. Es al revés. Todo eso se hace porque aquel
con quien se está es un amigo. Uno de los amores mejores es el amor de amistad.
Si a una persona le puedes decir "te quiero", significa que es tu
amigo. El amor de amistad debe ser la raíz de la relación de familia, o de
esposos, y así se hace más rico y valioso. Pero todo parte de poderle
decir a alguien "te quiero, eres mi amigo o mi amiga".
Pero el
amor de Jesús nos muestra algo mejor: somos amigos de Jesús, no por lo buenos
que somos, sino porque él nos amó primero. Como decía el Papa Juan Pablo II: El
amor de Dios es un amor gratuito. «No fuimos nosotros a amar a Dios, sino que
él nos amó.» Nos amó primero, Él tomó la iniciativa. El amor de Dios no está
reservado a unos pocos, sino que quiere abrazar a todos. El amor de Dios pide
disponibilidad y acogida, una conciencia honesta y buena voluntad, es un amor
concreto que llega al hombre en diferentes situaciones, incluidas las de
sufrimiento y de opresión, ofreciendo amistad.
Para ser
amigos de Jesus, tenemos que vivir su mandamiento: Esto es lo que les mando:
que se amen los unos a los otros. Al terminar el discurso sobre la amistad,
Jesús nos pide que seamos como él: ámense los unos a los otros y de ese modo,
siendo amigos entre ustedes, también serán mis amigos. No se puede ser amigo de
Jesús sin tener el corazón abierto a los demás. Como decía el Papa Francisco:
Jesús ha indicado quién es el «otro» a quien hay que amar no con palabras sino
con los hechos… Es aquel que encuentro en mi camino y que descubro que me
necesita. Es aquel que me impulsa a salir de mis intereses y de mis
seguridades. Es aquel que espera mi disponibilidad, en mi familia, la
comunidad, el trabajo, la escuela.
Jesús Resucitado
nos invita a vivir las cinco reglas de la amistad verdadera, que implica
cumplir lo que la hace fuerte (los mandamientos), compartir la alegría, ser
capaz de dar la vida por el otro amigo, tener plena confianza sin hacerlo un
esclavo y elegirlo para que dé fruto en su vida. Jesús nos ofrece estas cinco
reglas porque él es el primero que las ha vivido para que seamos sus amigos:
Cuando por el pecado habíamos roto nuestra amistad con él, él entregó su vida para
que pudiéramos seguir siendo sus amigos. La regla central que Jesús nos da como
señal de amistad es estar dispuesto a dar la vida por el amigo.
Jesús no se
conformó con dar la vida en la cruz, sino que nos sigue dando su vida, a través
de los sacramentos: así en el bautismo no nos “sacan el chamuco, o nos quitan
los cuernitos”, sino que nos dan la vida de Jesús, que nos fortalece, ilumina,
nos hace dignos y nos da la presencia de Dios. En el sacramento de la
reconciliación no solo se nos quitan los pecados, sino que Jesús se hace
presente con su amor en nuestro corazón. En cada eucaristía, Jesús nos abraza y
nos une profundamente a él. Cada sacramento es un modo que Jesús amigo tiene
para hacerse presente en nuestra vida. Ser amigo de Jesús es algo precioso,
porque hay un amigo en mí cuando somos perdonados, hay un amigo en mí cuando
comulgamos, hay un amigo en mí cuando estamos enfermos, hay un amigo en
nosotros que somos esposos. Jesús es el amigo que está en mí.
Dentro de
unos instantes Jesús, nuestro amigo, no solo va a estar aquí, él va a estar en
mí. Que esto nos llene de alegría, de esperanza y nos comprometa a amar a los
demás, para que también ellos tengan la certeza de que en nuestras buenas obras
Jesús los ama a ellos con un amor que nunca termina.
1 comentario:
Gracias por su homilia de hoy y por prepararlas siempre con tanta dedicación!
Publicar un comentario