sábado, 23 de marzo de 2024

UN AMOR PARA TODOS LOS DESPRECIOS



HOMILIA DOMINGO DE RAMOS 20240324

El Domingo de Ramos abre de par en par la puerta de la Semana Santa, con un rito en el que hemos escuchado el Evangelio de la entrada de Jesús en Jerusalén, hemos bendecido los ramos y hemos proclamado a Jesús como nuestro Rey. Pero  luego, en la misa, lo que hemos contemplado ha sido el Evangelio de la Pasión según san Marcos. En la narración del evangelista ha puesto delante de nuestro corazón tres momentos: el juicio de Jesús y sus sufrimientos antes de salir al Calvario; el camino a la cruz y la crucifixión; y las personas que rodean el misterio de la cruz. 

En la primera parte, vemos que, ante las acusaciones que le hacen, Jesús solo dice una palabra: "Sí, lo soy,". Jesús es el Rey de los Judíos y también lo es de todos los seres humanos. Pero Jesús no es Rey al estilo de los políticos que usan el poder para su provecho. El poder de Jesús es el poder del amor, de la entrega, de la generosidad. Es el poder de ofrecerse él mismo por nosotros. Jesús se ofrece cuando es humillado al ser cambiado por Barrabás, un criminal, lo hace cuando es condenado a la cruz siendo inocente y muestra su grandeza cuando enfrenta el desprecio al ser vestido como un rey de burla. 

Jesús opone todas las formas de amor a todas las formas de desprecio. Cuando lo cambian por un malhechor, cuando lo condenan a la cruz que era el suplicio más vergonzoso, cuando se ríen de él como rey de los judíos, Jesús está siendo fiel a sus palabras: "Yo soy su rey, pero no como lo son los reyes de la tierra, sino que el que quiera ser el primero que sea el último, porque yo no he venido a ser servido, sino a servir". Jesús nos está haciendo un servicio, el servicio de su amor, que responde al desprecio con el amor. 

En segundo lugar, contemplamos el camino a la cruz y a la crucifixión y a Jesús que se deja llevar. Lo sacan hacia el Calvario, tienen que ayudarle a cargar la cruz porque él ya no puede, le despojan de sus ropas y lo colocan entre dos malhechores. Jesús se deja para curar lo peor del corazón humano que es la soberbia. La soberbia es lo que más aleja de la amistad entre los seres humanos y con Dios. Al dejarse llevar, Jesús nos enseña que ser soberbios no lleva a ninguna parte, y que las consecuencias de la soberbia son muy negativas. Como lo hemos oído en los diversos momentos del camino de Jesús a la cruz, la soberbia aparta de la generosidad de ayudar a los demás, la soberbia rodea de destrucción, la soberbia hace que nada pueda calmar el dolor que generamos a otros, la soberbia despoja a los demás de su dignidad. Jesús vence a la soberbia con su amor, que es más fuerte.  Por eso sobre su cruz hay un título de realeza, la realeza que da el amor, no la soberbia. 

Así llegamos al tercer momento, el momento de las personas. Son varias las personas que están en el Calvario: los que pasan de camino al templo a celebrar la Pascua, los sumos sacerdotes que representaban la alianza que Dios había hecho con su pueblo, y finalmente, los que estaban crucificados con él. Todos tienen el mismo comportamiento: todos lo insultan. Jesús se ve abandonado por todos los seres humanos: los indiferente, los religiosos e incluso los que comparten su dolor. Pero hay un abandono más que quizás es el más difícil, el abandono que Jesús expresa cuando en la cruz reza el Salmo 22. Es el abandono de Dios. Pero a pesar de eso su amor es más fuerte. Su amor es más fuerte por nosotros, para que cuando sintamos la lejanía de los que son como nosotros, de los que consideramos como buenas personas, cuando nos falte la solidaridad de los que sufren lo mismo que nosotros, o cuando podamos experimentar a Dios lejano de nosotros, sepamos que aun en esa situación, el amor de Cristo es más fuerte que todo el mal, que toda la soberbia, que todas las soledades.  

El amor de Cristo es incluso más fuerte que la muerte. Por eso, el Evangelio termina con un Jesús muerto. Pero al final hay una puerta a la esperanza, precisamente en las palabras del oficial romano: "Este hombre es el Hijo de Dios". Si el Hijo de Dios nos ha amado de este modo, no tendremos que tener miedo a nada, porque sabremos que en todas las circunstancias que tengamos que atravesar él estará con nosotros, su amor estará con nosotros.  

Al comenzar nuestra Semana Santa tenemos que tener la seguridad de que todo lo que vamos a ver que Jesús tiene que vivir está motivado por el amor. Cada día de la Semana Santa nos va preparando para que nuestro corazón se abra de par en par el próximo domingo, Domingo de Resurrección, en el que, como la luz vence a la oscuridad, el amor de Jesús vence el mal del mundo. En este domingo de Ramos comenzamos a experimentar cómo nos ha amado Jesús. ¿Cómo vamos a amar nosotros a Jesús? Así es como Jesús ha amado a todos los hombres. ¿Cómo vamos a amar nosotros a nuestros semejantes?

No hay comentarios: