NI MAGO, NI FANTASMA, EL AMIGO EN LA BARCA
HOMILIA DEL DOMINGO XIX TIEMPO ORDINARIO.
Los amigos de "Toy Story"
seguramente recuerdan la escena de la tercera película en la que los juguetes,
incluido Woody, están a punto de caer en una máquina que los destrozará. En ese
momento, los muñecos aliens aparecen para rescatarlos. Pues bien, hoy Jesús se
nos presenta como el que viene a nosotros en momentos de dificultad.
Los seres humanos tenemos muchas
dificultades en la vida. Son los momentos en los que atravesamos situaciones
duras, que sentimos que nos hunden, deprimen y frustran, en los que no vemos
salida. La narración del evangelio es un resumen de todo lo que nos genera una
gran dificultad, con la imagen de la barca que se encuentra en medio del mar,
con el viento contrario y las olas amenazando sumergirla. Sentimos que no
tenemos cómo salir de esa dificultad material, personal o espiritual. A veces
nuestros problemas pueden parecer sencillos para los demás, pero para nosotros
son muy grandes. A veces el mundo actual nos hace sentirnos así, por las
guerras, pandemias o la economía.
Otras veces nos vemos en una crisis
de salud o en la familia por una fuerte división entre los hermanos. O estamos
en una crisis personal cuando cosas muy importantes para nosotros se vienen
abajo, o vemos que los valores importantes para nosotros ya no son apreciados.
En fin, cada uno de nosotros sabe cuál es su situación personal que se refleja
en una barca a punto de hundirse.
Hoy Jesús llega a nuestra vida para
decirnos que aunque todo parezca hundirse, él siempre está a nuestro lado y nos
llena de la esperanza de que vamos a llegar a la orilla, de que no nos vamos a
hundir. Este momento del evangelio nos enseña que aunque a veces parezca que
Jesús está lejos, orando en la montaña, cuando todo se ponga complicado,
debemos tener la seguridad de que va a estar cerca de nosotros.
Pero ¿Cuál es el Jesús que llega a
nuestra vida? En el evangelio vemos diferentes modos de ver a Jesús y solo uno
llena nuestro corazón. A veces Jesús puede ser como un fantasma, alguien que da
miedo, o que no sabemos si es real. Es cuando vemos a Jesús solo como alguien
de fantasía, que no hace aparecer el amor en el corazón. Ese Jesús no nos sirve
para ayudarnos en lo real de la vida.
Está el segundo rostro de Jesús,
cuando lo vemos como un mago, por eso Pedro le dice: "Si eres tú… hazme
este truco de magia". A veces lo hacemos porque nuestro corazón tiene
muchos miedos y piensa salir adelante con una especie de magia: "Si eres
tú, que pase el examen sin haber estudiado. Si eres tú, que se solucione mi
problema matrimonial que he causado con mi egoísmo." A veces le ponemos a
prueba porque estamos en un dolor muy grande, y le decimos: "Si eres tú
que se cure este cáncer, o que encuentre trabajo, o que mi hijo ya no se
drogue." Sin embargo, salvo en casos especiales, Jesús no actúa así. Jesús
no se ha hecho hombre para solucionar nuestros problemas, sino para que con su
amor seamos más fuertes que nuestros problemas, y con nuestra fe pongamos
sentido en nuestros problemas.
A San Pedro no le funciona la
magia, porque se queda en la superficie sin poner a Jesús dentro de su corazón.
Por eso Jesús le dice: "Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?" Todo
cambia cuando Pedro toca su verdadera necesidad, que no es caminar sobre las
aguas, sino encontrar a quien es más fuerte que sus males y a quien con su
gracia y su amor nunca le deja solo. Así brota de su corazón una preciosa
oración: "Señor, sálvame." Es la oración que nos hace encontrarnos
con Jesús y nos permite reconocer que sin el amor de Dios en nuestra vida, todo
se derrumba, pero que con el amor de Dios en nuestra vida, siempre
encontraremos la mano que nos saca de las olas.
Entonces encontramos el verdadero
rostro de Jesús, el sentido de su presencia en nuestra vida y nos damos cuenta
de que en medio de todos los problemas, él está con nosotros en la barca y
navega con nosotros en nuestros éxitos y miedos. Él no es un fantasma o un mago
poderoso, sino el Hijo de Dios que ha venido a nuestras vidas para demostrarnos
que ninguna tormenta es más fuerte que el amor de Dios. El amor de Dios está en
la barca de la Iglesia aunque las olas sean muy grandes, está en nuestros
corazones aunque nos cueste reconocerlo, el amor de Dios nos hace llegar al
puerto seguro.
Aunque a veces nos sintamos en una
cueva como Elías, o nos sintamos frustrados por los nuestros como Pablo, él
está con nosotros para llevarnos a la orilla y darnos la paz. Siempre que le
digas: ¡Señor, Sálvame! Él te dará su mano y te llevará a la orilla.
¿Cuál es el sentimiento que hay hoy
en tu corazón? ¿Te sientes en una cueva, ninguneado, en medio de un mar a punto
de ahogarte? Hoy Jesús se acerca a ti. Lo hace a través de la eucaristía. El
sacramento que ni es una magia, ni un fantasma, sino el mismo hijo de Dios que
te amó, te ama y te amará, desde la barca de tu corazón para llegar contigo a
la orilla.
1 comentario:
“El amor de Dios está en la barca de la Iglesia aunque las olas sean muy grandes,esta en nuestros corazones aunque nos cueste reconocerlo,el amor de Dios nos hace llegar a puerto seguro…” Gracias padre por esta homilia. 🙏🏻🙏🏻🙏🏻💯
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