sábado, 19 de agosto de 2023

MIGAJAS QUE CAMBIAN NUESTRA HISTORIA (HOMILIA XX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A 20230820)

 



MIGAJAS QUE CAMBIAN NUESTRA HISTORIA

(HOMILIA XX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A  20230820)


¿Qué estaría dispuesta a hacer una mamá por alguno de sus hijos en problemas? Lo que fuera necesario y no tendría paz hasta lograrlo. A la mujer cananea le quita la paz la situación de su hija que está en un serio problema. El evangelio habla de un demonio, o sea, un mal que tiene que ver con lo físico y también con lo espiritual. A veces se nos olvida que junto a los males físicos, como una enfermedad, hay otros males, psicológicos o espirituales, que también son muy dañinos, como la ansiedad que genera la envidia, la presión que genera la vanidad, la ebullición que produce la ira o las compulsiones que nacen de ciertos deseos. Cuando la madre cananea habla del demonio, refleja que en la vida de su hija el dolor abarca a toda la persona, en lo físico, lo psicológico y lo espiritual. Al final, da lo mismo si el mal físico influye en lo espiritual o si, por un modo de ser inmoral, acabamos con un daño físico. El hecho es que el mal está ahí. Cuando una madre ve a su hijo en una situación de mal, no ve el mal, ve primero al hijo y luego ve el mal. Ante el mal, nuestro corazón puede sentir rechazo, o lo podemos abrazar. Cuando vemos el mal con los ojos del amor, somos capaces de ver de modo diferente todo, no como quien señala y desprecia, sino como quien ama al ser humano que se encuentra en una situación de mal y busca la forma de ayudarlo según las propias posibilidades.

Pero esto es solo la primera parte de esta historia. La segunda es la que proviene del modo en que Jesús quiere hacer las cosas. Parecería que Jesús desprecia a la mujer, pues cuando se refiere a la petición de la cananea, la señala como si fuese un perro, al que hay que dar de comer, pero solo después de que hayan comido los hijos. Hoy, para nosotros, los perros son animales simpáticos, pero, en la época de Jesús, eran animales impuros, que alejaban al ser humano de la relación con Dios. A veces, como a la cananea, nos pasa que parece que Dios no nos escucha; al contrario, lo sentimos lejano, como si un muro de silencio se abriera entre Dios y nosotros, ante la enfermedad, la depresión, o cualquier mal que parece que nos aplasta. Entonces Jesús nos invita a repasar nuestro amor, a amar con más fuerza. Son ocasiones en las que Dios ve nuestra debilidad y busca enseñarnos la fortaleza que hay en nuestro corazón. Esa fortaleza es la que hace descubrir todo lo que Dios ha sembrado en nosotros, cuando nosotros pensábamos que ya no valíamos para nada. De hecho, si es un amor grande el hacerse pequeño por la compasión con la persona amada, es un amor mayor el hacer grande a la persona amada en la manifestación de su amor y su fe. Porque si era grande el amor de la mujer al pedir compasión, lo es mucho más al ofrecer confianza.

En tercer lugar, Jesús busca provocar la respuesta de la mujer de modo que se muestre, a través de ella, que lo importante es la fe, no el pertenecer a un pueblo, y que lo que destruye la presencia del mal no es la pertenencia a un club, por muy bueno que este sea, sino el poner el corazón en Jesucristo. Jesús, nos enseña que todos somos ovejas de Israel no por la herencia, sino por la fe de nuestro corazón. Cuando la fe no da sentido a la vida, y no nos hace apoyarnos en Jesús, somos paganos, aunque tengamos los papeles parroquiales en regla. Pagano es el que ni conoce ni vive según Cristo, y fiel es el que se esfuerza por vivir y hacer crecer en su corazón su relación con Cristo. Lo que cambia la vida no es el currículum, sino el corazón. Jesús nos dice que lo que hace mejor nuestra existencia no es lo que hemos sido, sino lo que queremos ser. El desafío a la cananea cuestiona si nuestro estilo de vida es un estilo de vida transformado por Cristo, porque, como a la hija de la cananea, se nos ha curado el demonio, que no nos deja vivir como hijos de Dios, que nos aleja del amor de Dios y del amor al hermano, el que nos impide vivir como hijos de nuestro Padre Dios.

¿Qué sucede cuando alguna mujer cananea llega a nuestra vida? ¿Revisamos su currículum o revisamos su corazón en necesidad? Como Jesús nos preocupamos por el corazón de quien sufre, de quien necesita de nosotros consejo, ayuda, comprensión, sostén? Ser como Jesús es reconocer todo lo que cada persona vale a los ojos de Dios, es llenar todo de sentido, porque miramos según su corazón los bienes y los males.

Al mirar este domingo nuestro corazón o el de alguien que amamos, veamos si hay algún mal que lo aprisiona y acercándonos a Jesús digámosle: “creo que incluso tus migajas pueden ser suficientes para vencer el mal. Y si tus migajas son suficientes, ¿Qué será cuando lo que me das es toda tu persona, todo tu corazón, todo tu amor en la eucaristía?” Hoy en la misa no le presentemos a Jesús nuestro pasado, bueno o malo, sino nuestro corazón.

1 comentario:

Delia Mier dijo...

Padre Cipriano,gracias por esta homilia,no tiene desperdicio. Me quedo entre otras cosas”cuando la fe no da sentido a la vida y no nos hace aboyarnos en Jesús somos páganos. Ser fiel es el que se esfuerza por vivir y hacer crecer en su corazón su relación con Cristo “ gracias.🙏🏻🙏🏻🙏🏻🙏🏻