jueves, 9 de febrero de 2012

VENCER A LA ENFERMEDAD

El próximo día once se celebra la jornada mundial del enfermo, la ocurrencia de la fecha tiene que ver con la celebración en la iglesia católica de la memoria de Nuestra Señora de Lourdes, el santuario mariano al que fluyen miles de peregrinos, muchos de ellos enfermos, para buscar la curación de sus almas y de sus cuerpos. Hasta hoy se tiene constancia de que en Lourdes se han producido casi siete mil curaciones extraordinarias, de las cuales la Iglesia católica solo reconoce como milagros 67, siendo la más reciente la de una mujer italiana que tuvo lugar en el año 2005. La enfermedad es un estado que acompaña a todo ser humano, como una esclavitud que afecta no solo el cuerpo, sino también la psicología y a veces el alma. El avance de la ciencia nos permite saber cada vez con más claridad qué cosas que antes señalábamos como fruto de un mal comportamiento son hoy cada vez más reconocidas como una enfermedad, es decir que situaciones deben ser curadas y no solo señaladas o condenadas. Quizá el caso más claro de esto son las adicciones, que en un tiempo se consideraban como un vicio moral y hoy  sabemos que necesitan un trato especializado para poderse superar.


Como la enfermedad toca además del cuerpo el alma del ser humano, es importante cuidar a la persona de modo integral, en su cuerpo, en su psicología y en su espíritu. Hoy sabemos que el aspecto interior de la enfermedad puede ayudar mucho a la curación, o por lo menos, al modo en que la enfermedad se sobrelleva y se supera. Esto requiere de quienes tienen que cuidar enfermos no solo una capacitación técnica y profesional, sino también un espíritu lleno de alegría, de atención con la debilidad, de semillas de esperanza. La cercana jornada mundial del enfermo tiene que ser, para todos, un motivo de reflexión sobre cómo estamos viviendo la enfermedad o cómo estamos atendiendo a quienes están enfermos. Porque el principal defecto en el manejo de la enfermedad es la desesperación y la indiferencia. Los millones de enfermos del mundo, sea en su cuerpo sea en su alma, tienen que encontrar quienes los atienden la solidaridad, la cercanía, la escucha. Nosotros no podemos atender a quienes están lejos, pero lo si lo podemos ofrecer a aquellos que tenemos más cerca. Atender a un enfermo requiere de generosidad, de solidaridad, y sobre todo de un ánimo especial para sembrar esperanza donde a veces solo hay depresión. No está en nuestras manos dar a nuestros prójimos la curación del cuerpo, pero si les podemos ofrecer la esperanza del corazón, la compañía ante la soledad, la palabra ante el silencio que cae como una losa sobre el alma. La jornada mundial del enfermo de este año, nos invita a sembrar la fe en el corazón de quienes sufren a nuestro lado, la fe en que no están solos, la fe en que el ser humano no debe dejar de luchar, porque en cualquier circunstancia el ser humano está llamado a amar y el amor no se deja vencer por la enfermedad.

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