Por Dulce María Fernández G.S.
Por eso es necesario que el hombre y la mujer aporten al mundo lo mejor de sí mismos, porque la realización de ambos viene de llevar la naturaleza a plenitud. He tenido, como tantas mujeres, que confrontarme a mi misma para conocerme en profundidad, sin distorsiones; y esto duele, porque he descubierto que yo soy mi principal limitante y que cuando no me siento feliz es porque recorro el camino equivocado y me falta convicción. Entendí, igual que miles, que la donación de mi misma por la entrega de todo mi ser a mis hijos, a mi familia, aunque a ratos resulte agotador, es lo que me ha dado seguridad personal, sentido de la vida y la oportunidad de abrirme a la sociedad por mi trabajo en el servicio, pues la sociedad cuenta con la mujer para su desarrollo, humanizando todos los ámbitos de la vida. Todo lo anterior me ha llevado a asumir el papel de constructora, junto con todas las personas que pensamos en transmitir valores humanos, de una sociedad en la que los seres humanos serán personas íntegras, no manipulables, capaces de afrontar los retos del futuro, aunque suene a utopía. Soy consciente de mi libertad, que no margina mi opción por la verdad, y sé que mi autonomía me lleva a asumir compromisos y responsabilidades, por lo que puedo ser protagonista de mi propio destino, a pesar de todas las dificultades. Me da una inmensa alegría saberme sujeto de amor y no de placer, y por último desde lo más profundo de mi ser mujer, me uno a la voz de aquel poeta que cantaba “que suerte he tenido de nacer”, porque me gustan los retos y creo en lo que soy: junto con miles, y no es por presumir, reconozco y comparto el valor de ser mujer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario