La felicidad puede estar incluso en un oscuro momento, sólo no olviden encender la luz.
(Harry Potter y el Prisionero de Azkaban)
Recientemente la revista Forbes dio a conocer los países más felices del mundo. Me llamó la atención la lista de los tres países más felices: Dinamarca, Finlandia y Noruega; y la de los tres países menos felices: las Islas Comores, Burundi y Togo. Los primeros son del norte de Europa, los últimos son africanos. En la encuesta se califica la vida propia de uno a diez, y se pregunta sobre cómo se habían sentido el día anterior. Así se sabe si los encuestados se sentían bien, respetados, libres de dolor y comprometidos intelectualmente. Los que tenían altas calificaciones se consideraban en ascenso y por tanto más felices. Pero hay otras dos calificaciones, la de quienes luchan y la de quienes sufren.
Las estadísticas pueden ser muy discutidas. Pero nos hacen un dibujo de la felicidad que tiene que ver con tres elementos: el progreso, la lucha y el sufrimiento. Sin ellos, no hay felicidad: el sufrimiento, nos recuerda que podemos estar mejor, la lucha, nos pone en estado de alcanzar lo que buscamos, el progreso, nos permite constatar que hoy estamos mejor que ayer. Si las separamos, no hay felicidad: sin lucha ni sufrimiento, el progreso se desgasta. Sin progreso ni lucha, el sufrimiento nos desespera. Sin progreso ni sufrimiento, la lucha pierde el sentido.
La encuesta ubica la felicidad en el pasado de los encuestados. Eso implica reducir la felicidad a una satisfacción incompleta, porque el pasado es fijo, inamovible, y lo único que puedo hacer es contemplarlo. Mirar para atrás, es satisfactorio, pero ¿nos hace felices? Aristóteles decía que la felicidad consiste en actuar hacia el bien y Sartre anotaba que es feliz no el que hace lo quiere sino el que quiere lo que hace. Da la impresión de que ser felices consiste en hacer la felicidad, esto es hacer el bien. Pero el bien que nos hace felices tiene que ser descubierto, como el escultor “descubre” su obra en el bloque de piedra. ¿Ser felices será actuar para descubrir el bien en todo lo que hacemos?
Puede ser. Porque la encuesta afirma que no basta el dinero, ni la salud, ni el placer como factores que hacen felices. La felicidad se entreteje en la evaluación de la propia existencia y el modo en que experimentamos las cosas: cómo experimentamos y evaluamos nuestro progreso, nuestra lucha, nuestro sufrimiento. Por tanto, La encuesta concluye que por tanto es necesario apalancar, sostener, de algun modo, el bienestar que se experimenta.
Los cristianos descubrimos que la palanca es la experiencia de Dios en la vida concreta: cuando uno se desprende, cuando uno es dueño de sí, cuando uno sufre, cuando uno lucha por las cosas, cuando uno perdona, cuando uno cuida su interior, cuando uno busca la paz, cuando uno vence las dificultades. Y lo llamamos bienaventuranzas. Muchos seres humanos encuentran la palanca en el bien que hacen en su entorno diario, en la certeza de estar haciendo lo que tienen que hacer, en la confianza interior de que el enfermo que cuidan, el discapacitado que atienden, el pobre al que socorren, el desempleado que contratan, el matrimonio que reconcilian, el adolescente al que devuelven el brillo a los ojos y otras muchas cosas, son acciones que sacan a relucir el bien.
Y cuando tu corazón y tu mente ven eso, eres feliz. Porque ser feliz, es hacer felicidad.
5 comentarios:
¡Precioso artículo! Gracias Padre.
(La cita de Harry Potter me encantó)
Querido P. Cipriano: este es de los artículos que más me han gustado, el mundo parece correr tras la felicidad y no alcanzarla del todo y está tan a la mano!, muchas gracias por tan estupendas reflexiones, un abrazo
Muchas gracias esta buenissímo!
P. Cipriano : Muchas gracias por sus artículos y sus reflexiones.
Estimado P. Cipriano:
Esta excelente su artículo sobre la Felicidad, los tres factores para alcanzarla o más bien para vivirla están muy concretos, yo creo que la felicidad también siempre estará en la actitud que tomes en la vida, el saber decir si o no, el saber manejar los sentimientos, que esta parte nunca nadie enseña, y buscar siempre la alegría en el dolor, que esa será la fortaleza de seguir luchando en buscar hacer el bien por el bien. Debemos dar las gracias a Dios por estas oportunidades de ayudar y servir como Él espera de nosotros, y pedir a Nuestro Señor que tanto nuestros seres queridos como todos los que tratamos puedan ver y aprovechar estas oportunidades.
Le mando un abrazo
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