HOMILÍA V DOMINGO DE PASCUA CICLO B 20240428
Cada
domingo de Pascua es una oportunidad para conocer mejor a Jesús, como cuando
tenemos un amigo, que cada vez que viene a es más parte de nuestra vida. En los
domingos anteriores Jesús llegaba a nuestra vida como vencedor del mal y de la
muerte y como nuestro pastor. Hoy se nos presenta como quien comparte su vida
con nosotros. A los seres humanos se nos complica entender esto, porque para
nosotros compartir la vida es compartir nuestro tiempo, compartir nuestro
espacio, compartir nuestros pensamientos y gustos. Pero no nos podemos
compartir a nosotros mismos. Pero es como cuando una mamá tiene a su bebé en su
seno durante nueve meses y todo lo que vive la mamá lo vive también el pequeño
que está camino de nacer.
Para
entender lo que significa compartir la vida de Jesús, él nos da el ejemplo de
la vid. Si vamos en invierno a un campo de vides, lo único que vemos son unos
troncos secos. Según avanza la primavera a ese tronco seco le salen unas finas
ramas que se van llenando de hojas de color verde brillante y al poco tiempo de
esas mismas ramas salen los racimos que nos dan las ricas uvas. Todo eso es
posible porque esa rama esta unida a la vid. La vid es la que hace que la rama,
el sarmiento sea hoja, flor y fruto.
Jesús,
nos dice que él es la vid, es decir de él viene todo, y nosotros somos los sarmientos.
En nuestra vida hacemos cosas bellas, cosas buenas, esos son frutos de obras
buenas. Todo eso es posible porque Jesús nos llena de su amor, de lo bueno que
es él, y del bien que él hace. Jesús resucitado nos da una vida nueva que nos
permite vencer al mal, una vida nueva que no se acaba con la enfermedad y con
la muerte. Todos hemos experimentado la tragedia de quedarnos sin batería en el
celular. Y por muy bueno que sea el celular y por muy maravilloso sistema
operativo que tenga, sin batería no sirve para nada. Jesús nos da una vida que
dura para siempre, que hace que todo lo bueno que tenemos nunca se apague. Por
eso Jesus hoy nos dice que tenemos que estar siempre unidos a él, para que lo
bueno que hay en nosotros nunca se apague.
¿Qué
hay que hacer para ser un buen sarmiento de la vid? Lo mas importante para un
buen sarmiento es dar fruto. Es decir, mostrar el bien en nuestra vida. Cada
uno según sus posibilidades, pero todos tenemos que dar fruto, o sea esforzarnos
por hacer el bien. El fruto de la vid son las uvas, las uvas que se pueden
comer y están frescas y dulces, las uvas que se pueden exprimir y con ellas se
hace vino que nos hace estar alegres. Dar fruto en la vida es ver cómo hacemos
que los que se acercan a nosotros se sientan mejor, no se amarguen y puedan
experimentar la alegría.
La vid
es una planta que no produce fruto si no se poda, pues se le va toda la fuerza
en echar hojas. A veces para ser buenos sarmientos que dan frutos buenos,
tenemos que quitar lo malo de nosotros. Es lo que el evangelio dice con la
palabra podar, es decir limpiar lo que sabemos que no está bien en la vida.
¿Queremos
saber cuáles son nuestros frutos? Veamos cómo están las personas cercanas que queremos y que nos quieren. Si somos
fuente de frescura o de resequedad de corazón, si somos fuente de bondad o de
amargura y de un modo muy especial si los que conviven con nosotros acaban
encontrando la alegría verdadera o si somos fuente de dolor. Todo eso es ser un
buen sarmiento de la vid que es Jesus.
Jesús hace una petición: Permanezcan en mí, pero Jesús no puede obligarnos a estar cerca de él. Como su relación con nosotros es una relación de amor, lo que quiere de nosotros es también estemos cerca de él por amor, es decir porque descubrimos que estando cerca de él somos felices y somos mejores. Cuando decimos que amamos a alguien significa que hemos descubierto que a su lado somos felices y somos mejores. No significa que seamos perfectos, pero queremos ser cercanos a esa persona. Esto es lo que nos dice Jesús. Quédate cerca de mí, porque conmigo puedes ser feliz y conmigo puedes ser mejor. Lo importante en la vida es preguntarnos si estamos donde somos mejores y donde somos felices. Cada domingo Jesús viene a nuestro corazón para darnos fuerzas para ser mejores y para hacernos felices. Ser felices no es cuestión de que todo vaya bien, es cuestión de que sepamos que estamos haciendo el bien. Eso es lo que Jesús nos enseña en este domingo. El ha resucitado, ha vencido al mal para que nosotros hagamos el bien, ha vencido a la muerte para que nosotros seamos felices. Ojalá que todos los días hagamos el esfuerzo para saber que incluso con nuestros defectos siempre queramos estar cerca de Jesús y hacer felices a los demás. Como dice el sacerdote antes de comulgar en una preciosa oración. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti. Amen.