domingo, 24 de septiembre de 2023

UNA VIÑA DE BONDAD Y JUSTICIA: EL AMOR QUE SUPERA LA ENVIDIA



 TORD XXV A 20230924

El evangelio de hoy nos presenta una escena que pone en juego dos modos de ver la vida. El primero es el modo de la justicia, y el segundo es el modo del amor. Este evangelio nos enseña que los dos modos no son opuestos, sino complementarios, y hay que descubrir cuándo la justicia debe ser superada por el amor, y cómo hacer para que el amor nunca rompa la justicia. 

Los obreros de las primeras horas habían hecho un trato de justicia con el señor de la viña. Un trato que el señor honra. Pero con los empleados de la última hora el trato es diferente: El Señor de la viña solo dice que vayan a trabajar a la viña. Este contrato nace del SER BUENO del Señor de la viña. Junto a la justicia, está la bondad que la supera y que nos hace ver que el criterio de la bondad no es siempre el criterio de la justicia, pero que la bondad tampoco debe ser injusta.

Además, este evangelio nos muestra cómo el corazón humano, en muchas ocasiones, es incapaz de alegrarse por el bien del otro, pues no entiende que el amor se vive en la libertad sin que ello implique un daño para quien es amado de otra manera. ¡Es tan frecuente el compararnos y el entristecernos por el bien ajeno que nosotros no tenemos la obligación de recibir! Es el misterio de la envidia, entendida como la tristeza por el bien ajeno. El modo en que ve las cosas el corazón de quien no tiene el amor, es diferente del modo en que las ve el corazón de quien posee el amor, el amor que es Dios mismo, como nos dice San Juan. Mientras el rasgo del corazón de quien no posee el amor será siempre la amargura y la exclusión del otro, el rasgo del corazón de quien posee el amor será la alegría por el bien y la inclusión del otro.

La queja de los obreros de la primera hora, los que han trabajado mucho, podría parecer justificada frente a los de la última hora que solo se han fatigado un rato. Pero la bondad del señor de la viña con los últimos en llegar nos muestra que el amor, además de ser libre, es gratuito. Los de la última hora reciben su salario como un acto del amor gratuito del señor de la viña. 

Entonces, ¿es mejor ser de la última hora? ¿Es mejor no ser trabajador? La visión del evangelio es que lo mejor es saberse amado por Dios en cualquier situación en la que uno se encuentre, y vivir con intensidad la relación con Dios y con la viña de Dios, cuando el Señor llegue a nuestra vida para invitarnos a ser sus trabajadores. Como nos ha dicho San Pablo, lo mejor es buscar imitar al corazón de Dios para que los demás tengan una vida digna inspirados en el modo de Cristo: "Para mí, el vivir es Cristo". El camino a seguir es el del corazón que vive la justicia en la caridad y que vive la caridad con justicia. Porque, además, ese será el modo de imitar el modo de ser de Dios, como dice el profeta Isaías, que quiere “que el malvado abandone su camino y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón”. Un camino que será el dela bondad que sabe cuándo ir más allá de la justicia. Ese es el camino de Dios, como nos ha dicho el salmo: "El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas". 

¡Son tantas las ocasiones en las que podemos ser así en nuestra vida cotidiana! Los momentos en los que la bondad deba ser el modo de dirigirnos a los demás, el modo de acercar a los jóvenes al bien y la verdad, la forma en que la relación conyugal puede seguir adelante...

En la vida nos encontraremos con personas con las que tendremos que ser justos, como con los trabajadores de la primera hora, y con personas con las que tendremos que ser bondadosos, como con los trabajadores de la última hora. Con todos tendremos que ser bondadosos, con todos tendremos que mostrar un corazón en el que lo que va primero es el amor, y, ciertamente, no deberemos contaminarnos con los corazones en los que la envidia, o la tendencia a excluir al prójimo sean el camino que se decide seguir. Ser justos desde un corazón bondadoso, como el corazón de un padre o de una madre, o el del señor de una viña, es el corazón que lleva a la plenitud. 

El evangelio de hoy nos invita a radiografiar nuestro corazón, para encontrar los rasgos de Dios y transmitir ese modo de ser en nuestro entorno. A los trabajadores de la viña, el señor les pagó con un denario al final de su día, ese denario no es otro que su amor. Hoy en la eucaristía el regalo de su amor se hace presente de modo interior en la presencia sacramental de Jesús, que nos entrega su persona para hacer más  valiosa nuestra existencia, invitándonos a ser presencia de un amor generoso en nuestro mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por la reflexión