viernes, 31 de octubre de 2014

SANTOS Y DIFUNTOS


El mes de noviembre trae la celebración que une a los santos y a los difuntos. La tradición prehispánica de Mictlantecuhtli se une con la celebración cristiana que recuerda a los que no se encuentran entre nosotros. Las dos celebraciones tienen sentidos desiguales. Para los primeros habitantes de México, el Mictlan era el lugar de los muertos, que vagaban por distintas etapas durante cuatro años hasta encontrar una especie de sueño reparador bajo el Señor y la Señora de los muertos. 

En la visión cristiana lo que se celebra el uno y dos de noviembre es el recuerdo de los que ya no están entre nosotros, como los que viven colmadamente en la vida eterna. Es la gran aportación del cristianismo a la visión de la muerte. El difunto no está bajo el poder del señor de la muerte, sino en la plenitud de la vida de un Dios de vivos. Al hacer nuestro altar de muertos debemos recordar que es un altar de personas que queremos y que, de modo diferente, siguen vivas, como indican las flores, que representan un vida hermosa o las velas que nos hablan de luz y no de oscuridad. 

Tenemos tanta muerte alrededor, que es importante no separar la fiesta de los santos y la de los difuntos. Por eso, tanta gente cuestiona la costumbre del Halloween, que es más una celebración de la muerte, que una evocación de quienes amamos vivos. El día 1 de todos los santos, recordamos que la muerte no es la dueña del ser humano, sino la vida y la felicidad. Así que celebremos con alegría a nuestros difuntos, que viven en la eternidad y tengamos un recuerdo lleno de gratitud por todo el bien que nos hicieron mientras estaban entre nosotros. 

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