lunes, 2 de agosto de 2010

¡¡¡ESTAS EN UN GRAN ERROR!!!



Los periódicos están llenos de acusaciones de políticos, para demostrar que lo que el otro hace es incorrecto. A todos nos cuesta guiar nuestra vida sin cometer errores. No siempre tenemos la misma actitud crítica con nosotros mismos. Parece que mientras por un lado, somos tremendamente indulgentes con nuestros razonamientos personales, no lo somos igualmente con los procesos de los demás. El error es algo común en la vida humana, a causa de varias limitaciones: la de nuestra inteligencia, la de nuestra experiencia, la de aquellos que nos inspiran, y, además, por la contaminación con factores que oscurecen nuestra reflexión, como pueden ser las emociones, los intereses, las conveniencias, o los hábitos adquiridos que inmovilizan nuestra capacidad de buscar y encontrar la verdad en las cosas.

Todos tenemos una fibra de puritanismo intransigente, que señala a los demás en sus males y no revisa la propia vida, y, cuando lo hace, es para ser inmensamente indulgente, por no decir cómplice, con uno mismo. Este puritanismo nos hace mirar hacia los demás como la causa de los males, especialmente de nuestros males. Si tan sólo antes de señalar a los demás nos preocupáramos por ver lo que nosotros no hemos hecho y sobre todo lo que no hemos hecho por los demás, nos daríamos cuenta de lo inconveniente de nuestras correcciones. Ciertamente no es digno de aplauso quedarse en las equivocaciones, porque sería como intentar llegar de un punto a otro, sin moverse del sitio en que nos encontramos. Así avanza la ciencia, la medicina, la teología, la educación, así nos hacemos expertos, como decía Niehls Bohr el gran físico del siglo pasado: "Un experto es la persona que ha cometido todos los errores que pueden ser hecho en un campo muy específico." El error, en el ser humano auténtico, es el camino, no la meta.

Según se avanza en la vida, el corazón humano toma dos orientaciones, la comprensión o la intolerancia. Hacia donde nos inclinemos, depende mucho de la limpieza que hagamos en nuestro corazón, tras el aprendizaje de los propios errores. La orientación a la intolerancia no nos hará fuertes, nos hará duros, con la rigidez de la muerte. La orientación a la comprensión no nos hará ciegos ante los errores, nos hará fuertes para superarlos con la flexibilidad de la vida. Si esto se aplicase a la vida conyugal, descubriríamos más lo que une, que lo separa. Si se aplicase a la educación de los hijos, descubriríamos más lo que crecen, que lo que les falta por desarrollarse. Si se aplicase a la amistad, descubriríamos más lo que hemos recibido del otro, que lo que no supo o no pudo darnos. Ya lo decía Pablo de Tarso: Ayúdense mutuamente a llevar las cargas, y así cumplirán la Ley de Cristo. (Ἀλλήλων τὰ βάρη βαστάζετε καὶ οὕτως ἀναπληρώσατε τὸν νόμον τοῦ Χριστοῦ).(Gálatas 6,2)

Siempre es bueno recordar el consejo del romano Horacio: Saepe stilum verte, bonum libellum scripturus (corrige con frecuencia lo que escribes, para escribir un buen libro). El poeta latino se refiere a la escritura sobre tablillas de cera con un estilete. Cuando escribían y tenían que corregir, le daban la vuelta al estilete (vertere stilum) que, por un lado tenía un punzón, y por el otro una espátula, y borraban, para volver a escribir con la parte puntiaguda. Esto mismo se aplica a la escritura del libro de la vida. Buscar es equivocarse y volver a comenzar. Y eso no tiene que darnos vergüenza, como si el corregir fuera un mal, en vez de ser una parte del proceso de encontrar lo mejor.

2 comentarios:

Mar dijo...

Que dificil es, sobretodo para nosotras las mujeres, no juzgar, y empatizar con alguien de manera sincera y profunda. Creo que tendemos a señalar en otros todos y cada uno de sus errores y decisiones, pero rara vez nos preguntamos que es lo que esa persona puede estar sintiendo y viviendo, ¿qué es lo que la hace ser diferente a nosotros? ¿por qué tiene la capacidad de percibir el mundo de manera tan diferente a nosotros? Que horrible sería la vida, si cada una de las personas que habitamos este mundo fueran idénticas a mi; ¡sería un mundo tan pobre, tan injusto, tan vacío y carente! y se perdería de lo mas divertido; la diversidad humana, y que aún con lo completamente diferentes que podamos ser los unos de los otros, fuimos creados a imagen y semejanza de Dios.
Padre es de verdad un gusto poder leer su blog todos los días.

María Cristina dijo...

Querido P. Cipriano:
Por diversos motivos hace días que no leía el blog y hoy me he encontrado con "cosas" grandes y maravillosas, como el de la dureza de juicios, no cabe duda de que quien dijo que "la mansedumbre es la capacidad de mostrar con bondad la fortaleza interior", tenía toda la razón. Este artículo ¡me pudo encantar!
Mil gracias padre, un abrazo