Cuando Chatwin y Marco Polo regresaban de sus viajes, tenían muchas historias para contar. Ahora, en cambio, el que vuelve no tiene nada que decir porque el hospedaje, la comida y los transportes son iguales a los de su país. El castillo de Milán está iluminado igual que el de Disneylandia. (Umberto Eco)
El estilo de vida que propone el mundo de hoy desafía a los corazones sedientos de verdad, los que no se dejan aplastar por la mentira, por la moda, por la manipulación tienen el filtro que impide la pérdida de la autenticidad ante la prosperidad de la tecnología, la placidez de la sexualidad, la seguridad de una vida orientada al encanto material
¿Qué hacen ciertas modas sino aplastarnos a un pensamiento único? Todos tenemos que pensar de la misma manera, estar de acuerdo en los mismos temas, caminar por los mismos senderos. A eso le llaman tolerancia, a eso le llaman ¡paradoja inmensa! respeto a la diversidad. En ciertas situaciones vemos a los seres humanos, reducidos, como a las caricaturas, a dos dimensiones.
Cuando nos creemos que un pulpo adivina los resultados del futbol, o cuando nos colocamos pulseras de buena suerte, o cuando dejamos que nos narcotice la moda del momento en los medios de comunicación, estamos cayendo en este modo de ser. Modo que nos quita volumen, nos arranca profundidad, nos impide la reflexión, sólo posible cuando se vence la planicie espiritual a la que nos quieren esclavizar. Sólo de la reflexión brota el sentido de la verdad y del bien, el uso de la mente y del corazón para trascender y encontrar los valores morales que rigen la vida y construyen a la persona y desde ahí la posibilidad de una convivencia civilizada.
No debemos escapar del mundo en que vivimos, pero no nos podemos dejar manipular por este mundo. Somos llamados a la libertad de verdad. Somos llamados a la tercera dimensión, la de nuestra verdad y libertad, la de nuestro amor y trascendencia.
Pensar contracorriente es descubrir la moda como un medio para tener más que elegir, no más que ponernos, es descubrir las mentiras que nos venden, es sembrar autenticidad, es diseccionar con la verdad, la manipulación, para decidir por el verdadero bien. Que no nos pase como las nuevas televisiones, cada vez más planas y tridimensionales gracias a un engaño, pues todo está en el cerebro.
La convivencia tiene reglas, hay que trabajar para comer, las relaciones humanas se llevan en medio de una especial complejidad. Las circunstancias sociales, económicas son variadas, pero nada de eso nos puede aplanar, porque dejaríamos de ser nosotros. Nada de eso impide la profundidad, la huida del hombre plano, el encuentro con el ser humano profundo.
La comunidad espiritual a la que los cristianos llamamos iglesia nos propone no doblar las espaldas ante ningún ídolo, ni siquiera cuando los que nos rodean hayan caído en la tentación, nos empuja a seguir mirando al cielo aunque algunos traigan los pies y algo más manchado de mucho barro. La familia es un ámbito maravilloso porque nos cuestiona, nos quita escamas de los ojos, nos devuelve a la tercera dimensión. Los amigos son una oportunidad única porque ponen a funcionar el corazón, a exigir el rendimiento de la generosidad y así nos regresan a la tercera dimensión. Ya nos lo decía Chesterton: "las falacias no cesan de ser falacia por el hecho de convertirse en modas."
4 comentarios:
Hola Padre, fijese que ironía; ahora llegando a Houston había una cola eterna en migración, había un guardia que caminaba de un lado a otro bastante racista, tratando muy mal a unos paisanos que venían detrás de nosotros. Mientras estábamos esperando en la fila, en muchísimas pantallas de televisión que a través de imágenes y mensajes repiten constantemente la palabra "welcome to the US, the land of freedom" mientras las noticias, el consumismo, el manejo de masas, un país tan reglista, cuadrado, limitado hacen pensar y sentir todo lo contrario.
Gracias Padre, sensacional reflexión,
es terrible ver que nos hagamos planos, planos, planos: en deseos, en ideas, en ideales, en sueños.
¡Dios lo bendiga!
Saludos
Mary no cabe duda que vivimos en un mundo con muchas mentiras. a nosotros nos toca ser testigos de la verdad. un abrazo
ana rosa tiene mucha razón. pero no podemos dejar de ser fieles a los propios ideales. eso cuesta pero nos mantiene vivos. un saludo a jaime
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