A ellos, españoles de lenguas y tierras diferentes entre sí, pero solidarios en la ambición, la soberbia y el sufrimiento,…, era a quien el holandés entregaba su maldita llave. … los viejos escuadrones impasibles, las picas y las banderas de la que fue última y mejor infantería del mundo: españoles odiados, crueles, arrogantes, sólo disciplinados bajo el fuego, que todo lo sufrían en cualquier asalto, pero no sufrían que les hablaran alto. (El sol de Breda, Arturo Perez Reverte)
El equipo de futbol de España acaba de ganar la copa del mundo. Durante un mes, millones de personas estuvieron (mos) pegados a la televisión siguiendo las emociones que subían y bajaban. Según se iban cerrando las puertas para algunos equipos, quedaba claro que este mundial no era un mundial de estrellas sino de constelaciones. Quien fuera capaz de formar el mejor equipo ese iba a ganar. Ciertamente los goles los mete un futbolista, pero las selecciones finalistas fueron las que más se conjuntaron en los metros que encierran las porterías.
También estaba claro que el mundial no iba a ser un paseo. No bastaban las peroratas metafísicas de ciertos comentaristas futboleros, No bastaban las alusiones a guerras mitológicas. Era necesario el sacrificio personal, el ofrecimiento al otro, el estar dispuesto a pasar a segundo plano para que el pie o la cabeza del otro llegasen primero. Quienes trabajaron así llegaron al final y ganaron. Quienes no lo hicieron, se enredaron en la retórica para perderse en un ininteligible discurso.
Quien fue más noble, quien no buscó la excelencia, sino la caballerosidad, ese logró grandes cosas. No todo estaba en la victoria y los últimos partidos así lo demostraron. Era más importante el pundonor, la constancia, la disciplina, la lealtad, el saber que nada te iba a ser regalado. Algunas mentes pragmáticas podrían decir que eso no sirve para nada, que el mundo de hoy cuenta con otra jerarquía de valores. Pero no es así.
La metáfora del futbol es la metáfora de la vida. los que sacan adelante, no una copa dorada, sino una familia, no una medalla, sino una amistad, no un aplauso en la Cibeles, sino la gratitud de una sociedad, no son los que protagonizan las revistas. Todo pasa, los fuegos artificiales, los aplausos, los papeles de colores. Las multitudes que hoy se congregaban en las calles de España, mañana llenarán los vagones del metro, las paradas de autobús, las filas del desempleo, las oficinas y las fábricas. Del mundial quedarán banderas que se irán destiñendo, pósters que se irán decolorando, camisetas que se irán deslavando, gargantas que irán recuperando su voz normal.
Pero para quienes viven con los ojos abiertos, se descubrirán tesoros cada día de la vida: para las tarjetas rojas injustas, los fueras de juego que nadie pita, las patadas que te dan cuando el árbitro mira a otra parte. Y te levantarás, porque lo merece tu hijo, porque te lo pide tu cónyuge, porque lo necesita tu amigo. Y descubrirás que el honor no es ganar una copa del mundo en Sudáfrica, sino el pan de hoy en tu barrio. Y descubrirás que la fama no la dan las ocho columnas de un periódico o el titular de un noticiero, sino la sonrisa agradecida de quien sabe que eres responsable de él. Y hallarás que la grandeza de tu vida no está en la cantidad de veces que repiten tu gol, sino en la autenticidad que introduces en tu conciencia. Ese es el partido de la vida, el mundial que no se juega cada cuatro años, sino cada día. Ese es el trofeo que no se gana en una cancha, sino en el corazón, en la mirada, en el tesón cotidiano. Por eso Iker Casillas besó a su novia Sara Cabornero, porque en su corazón no había una copa, sino todas las personas que lo tomaron de la mano, para poderla levantar como capitán de una selección de futbol. Un beso que encerraba lo que un día cantó el clásico español:
que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que él adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira como procede.
Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son
(Calderón de la Barca)
5 comentarios:
Me encantó!!!!
P. Cipriano "de la moda lo que te acomoda", recién había leído el comentario de la 3D cuando leí este del triunfo de España en el mundial de futobol, ¡qué acertado!, está de moda el Mundial ¡pues a reflexionar sobre ello!, nada de frivolidades, el pulpo fue para divertirse no más, lo importante es lo que nos enseñan quienes han triunfado, preguntarnos ¿qué puedo aprender de ellos?, de tal suerte que su mayor galardón sea la herencia de buen ejemplo que dejan a jóvenes y no tanto, más que la medalla que cuelga al cuello de cada jugador. Gracias P. Cipriano, me encantan sus artículos, me permiten seguir siendo su discípula. Saludos!!!!
P. Cipriano desde luego que la semblanza que hace en todos su comentarios son muy acertados, y llenos de enseñanzas. En este caso como en otros casos, además de requerir todo lo que en el verso dice al final, se necesita tomar una decición y vivir con espiritu de lucha para poder alcanzar todo lo que se propone que valga la pena, tristemente ese espiritu de lucha que hoy se ve se queda sólo en lo material, y muchas veces en el egoismo de buscar solo el propio bien.
GRACIAS POR SUS COMENTARIOS. AUNQUE A VECES NO SE EXACTAMENTE QUIENES SON PARA AGRADECERLES MEJOR. LA METAFORA QUE NOS DA EL DEPORTE CUANDO LA BAJAMOS A LA REALIDAD DESTACA MUCHOS VALORES PERFECTAMENTE APLICABLES.
Campeones…Cuando Iker besó a Sara:
¡Me facinó!, Mil gracias. Creo que con el video del beso de Iker a Sara no hay mujer en el planeta, que no quedara enamorada de Iker, ¡Campeón completo!
Ana Lucía S.
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