lunes, 1 de diciembre de 2014

CATON Y CHESPIRITO

Quiero compartir esta reflexion que Catón hace en el periódico Reforma de este 1 de Diciembre de 2014 sobre la reciente muerte de Chespirito. Creo que se puede aplicar a tantas personas buenas con las que compartimos todos los días

La vida me ha enseñado muchas cosas, pero yo he aprendido pocas. Las pocas que he aprendido, sin embargo, valen mucho para mí. Una de ellas, y no de las menos importantes, me dice que el hombre es nacido para la felicidad. Por larga que sea, su vida sobre la tierra es muy corta. Pocos son nuestros años en el mundo. Ese sueño -que no pedimos soñar- debe ser entonces lo más grato y placentero posible. En nuestra existencia, es cierto, hay penas y quebrantos. Hay días oscuros, de tristeza y dolor, en "este valle de lágrimas" que dice la oración. Pero también el sufrimiento es parte de la vida. Ante él no debemos decir con rebeldía o rencor: "¿Por qué a mí?" Debemos decir con ánimo sereno: "¿Por qué a mí no?" El solo hecho de estar vivos, de saber que la vida seguirá, ha de ser consuelo en nuestras aflicciones y esperanza en los días que vendrán. Las religiones afirman que hay en el hombre un pecado original. Yo no soy teólogo; por eso no sé a Dios, pero lo siento. Y lo siento como alegría, no como pena. Es importante la Pasión, pero más importantes son la Navidad y la Pascua de Resurrección. Tenemos, pues, obligación de ser felices. Así agradeceremos el regalo de la vida. Cada día debemos hacer algo que nos dé felicidad, y algo que haga felices a quienes comparten con nosotros el don precioso de vivir. Ahora bien: ¿a qué toda esta perorata? Me sirve para recordar a Chespirito. ¡Cuánta felicidad dio él a su prójimo! Fue bueno y generoso; puso en nuestras vidas el santo sacramento de la risa. Nosotros lo disfrutamos; lo gozaron nuestros hijos, y ahora nuestros nietos se regocijan con sus aventuras. Imagino al Señor que está allá arriba diciendo cierto día: "Veo que mis criaturas están tristes. Les voy a mandar a Chespirito". Murió don Roberto Gómez Bolaños, pero Chespirito no morirá nunca. Seguirá viviendo en sus personajes, sobre todo en ese entrañable niño que es pobre entre los pobres, pues además de vivir en una vecindad habita en un barril. Con su pobreza nos hizo a todos ricos; nos dio la riqueza de ese gozo que la risa da. Estará para siempre con nosotros. Vivirá por siempre. Demos gracias a Dios por Chespirito... FIN.

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