lunes, 28 de diciembre de 2009

HACER SAGRADA FAMILIA



El pasado Domingo día de la Sagrada Familia, el Cardenal Norberto Rivera pronunció una homilía cuyas ideas centrales les comparto:
"Navidad es un tiempo en que sentimos vibrar el gozo de encontrarnos con nuestra familia, con los que amamos. También es un tiempo de nostalgia, por los que este año ya no pudieron estar entre nosotros. El primer domingo posterior a la navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia: el contexto en el que el hijo de Dios vino al mundo, familia formada por un padre y una madre, un hombre y una mujer que construían una comunidad de vida y de amor. El ser humano necesita de la comunidad de amor de Dios para existir. El ser humano no puede dejar de lado la comunidad de amor y de vida que es la familia.

La cultura moderna presenta este modelo como algo religioso, fruto de una concepción devota de la existencia. Sin embargo, la Iglesia, como Jesús, no hace sino poner delante de los ojos de sus contemporáneos la verdad de la familia. Una familia que había sido desfigurada por la dureza del corazón, que en la poligamia agredía la dignidad de la persona y en el adulterio atentaba contra la fidelidad. Una familia que había olvidado la dignidad que tiene cada niño sin importar su edad y condición. No hay ser humano sin familia, y cuando se pierde la noción verdadera del ser humano, se pierde el sentido de la familia.
¿Cuál es la buena nueva para la familia? La que Jesús propone en el evangelio: la familia surge del principio: por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne (gen 2,24) y los bendijo Dios diciendo: crezcan y multiplíquense (gen 1,28). El evangelio de la familia es una maravillosa propuesta que el creador del ser humano hace a cada persona que viene a este mundo. Esta buena noticia no es una doctrina, es la Sagrada Familia. El evangelio de la familia se enraíza en la comunidad de personas que brota de la unión estable por amor entre el hombre y la mujer y que se prolonga en los hijos. La buena noticia es que la familia no está esclavizada al mal. La buena noticia es que la familia puede construirse en el camino del bien, del amor y de la felicidad. La Sagrada Familia nos manifiesta la posibilidad real de construir este tipo de familia.
La familia tiene que tener a Cristo consigo, no bastan las buenas intenciones. El evangelio nos describe la familia sin Cristo con tres pinceladas: José y María se quedan atónitos, angustiados e incapaces de comprender. Tres adjetivos que nos hablan del corazón de tantas familias agobiadas por la falta de sentido que promueve el materialismo y el relativismo de la cultura actual. El encuentro con el plan de Dios hace feliz a la familia no por la abundancia de bienes materiales, ni por las buenas relaciones sociales que se tengan. La felicidad de la familia brota del encuentro con Jesús en las realidades cotidianas de la vida.
La sociedad en que vivimos reta a la familia cristiana a dar testimonio, porque se ha olvidado la luz que brota de la casa de Nazaret. Cada uno tiene que tomar el encargo de volver a ser evangelio para los que les rodean. Evangelio que no se deja derrotar por leyes que van en contra de la dignidad humana de las personas y en especial de los niños. Evangelio que influye a su alrededor, para que las familias vuelvan a encontrar la esperanza, la alegría, los valores familiares. Todos tenemos hoy más que nunca un compromiso: hacer sagrada nuestra familia, hacer sagrada cada familia."

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