Se acaba de llevar a cabo en Valencia, España un simposio
del todo singular, pues se trataba de una reunión de especialistas de todo el mundo
para exponer sus conclusiones sobre la sábana santa, el lienzo que según la tradición
habría envuelto el cuerpo de Jesús y que se conserva en Turín Italia. A veces uno
piensa que el caso de la sábana santa había quedado cerrado cuando hace algunos
años unos científicos analizaron el tejido y llegaron a la conclusión de que era
una tela del siglo quince y que por lo tanto no podría ser el paño que cubrió a
Jesús el viernes santo.
Sin embargo los estudios han continuado dejándonos conocer
que cuando uno busca con honestidad, acaba encontrando más de lo que buscaba. Recientes
estudios han dejado salir a la luz que las pruebas del carbono catorce estaban contaminadas
entre otras cosas por los hilos con que unas religiosas cosieron al lienzo unos
parches para reparar unas quemaduras que este tuvo en un incendio allá por el siglo
catorce, lo que lleva a la conclusión que esa prueba esta viciada y nos deja igual
que cuando comenzamos. Por otro lado unos estudiosos se han dedicado a observar
al microscopio el tejido y ha descubierto que entre sus fibras hay granos de polen
de plantas que solo crecen en palestina. Y no solo. Han descubierto como si
fueran modernos sherlocks holmes lo que podríamos llamar el recorrido floral de
la sábana santa, que tiene polen de palestina, la tierra de Jesús, polen de
Turquía, donde la sábana estuvo hasta el año quinientos, polen de Grecia, posiblemente de Ucrania, de Francia y de Italia. Con lo que hoy sabemos por qué regiones de
Europa estuvo paseando a lo largo de dos mil años este misterioso lienzo.
El remate
de los descubrimientos realizados, es el análisis de los rastros de perfume y
aceite que en ella se han descubierto, lo que nos habla de que sobre el hombre
de la sábana santa se llevaron a cabo ritos funerarios típicos de los judíos de
palestina de hace dos mil años, tal y como nos lo narran los evangelios al
describirnos la sepultura de Jesús. Todos estos descubrimientos hechos por
científicos expertos cada uno en su campo de investigación, nos llevan a una
conclusión que le gustaba mucho repetir a Juan Pablo II y es que la fe y la
razón, la fe y la ciencia no están en contraposición cuando ambas buscan el
bien del ser humano y la verdad. La sábana santa nos lo vuelve a recordar como
un testigo mudo. Cada vez más señales apuntan a la identificación del hombre de
la sabana con Jesús de Nazaret. Sin embargo, siempre quedará, como decía el P.
Vittorio Marcozzi, eminente sacerdote y científico jesuita, un campo para que
cada uno pueda tomar sus decisiones. Al fin y al cabo la sábana santa no deja
de respetar algo esencial en la naturaleza del ser humano que es su libertad
para acercarse al misterio de Dios.
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