martes, 9 de agosto de 2011

LAS MEJORES VACACIONES


Las vacaciones son un periodo en que cambia la actividad de los niños y  eso permite trabajar con ellos áreas que no se trabajan en el tiempo de escuela. Las vacaciones al hacer más amplios los horarios de ocio, o al invitarnos a no hacer nada, pueden relajar la exigencia para vivir valores que consideramos de particular importancia. Para que los niños y la familia no pierdan mucho de lo logrado a lo largo del año, es importante un buen aprovechamiento del tiempo con ciertos horarios y cierta disciplina. Esto es una exigencia para los papás, que deben establecer la disciplina, promoverla y exigirla y esto no es fácil. Pero si dejamos que los hábitos por el bien se pierdan en el verano, será más difícil retomarlos al inicio del curso y la pereza será una lápida casi insoportable. El buen aprovechamiento del tiempo se presenta como un custodio de los valores y virtudes vividos a lo largo del curso escolar. Podríamos pensar en cuatro ámbitos en los que orientar a nuestros hijos para vivir mejor el tiempo vacacional



El primero podría ser pedir a los hijos cierta colaboración en las responsabilidades en la casa. Durante el año escolar es más difícil (aunque no imposible) que los niños se dediquen a tareas dentro del hogar. Las vacaciones son una maravillosa ocasión para enseñar a los niños la responsabilidad dentro de la casa y generar una mayor integración de los jóvenes con el hogar al sentirse más parte del mismo.  Otro ingrediente de las vacaciones es la mayor convivencia con los otros miembros de la familia, tanto de la familia cercana, los padres y los hermanos, como de la familia extendida, los abuelos, los primos, los tíos. Las vacaciones son muy buenas para consolidar relaciones familiares que el ritmo diario no siempre permite llevar a cabo con tanta fluidez. Las vacaciones además son un tiempo maravilloso para un mayor contacto con otros ambientes, como la cuadra, la colonia, el parque público cercano, o el entorno urbano en el que nos desarrollamos y quizá también para salir de la ciudad. En todos estos lugares hay posibilidades para desarrollar nuevas habilidades, de modo especial cuando el contacto con la naturaleza nos enseña a desarrollar un mayor cuidado de los bienes naturales,  a divertirse con lo que la naturaleza ofrece o a disfrutar de un atardecer.



Finalmente las vacaciones pueden ser un momento para construir con los hijos experiencias de solidaridad y de servicio lo que permite ver otros rostros de la sociedad. Si los padres se preocupan por buscar actividades que se adapten a la edad y la sensibilidad de los hijos harán de las vacaciones un tiempo inolvidable. Puede tratarse de apoyar a alguna institución que necesite voluntariado durante el verano, como un asilo, o también ponerse al servicio de alguien que lo necesite en el ámbito más cercano como ayudar a un familiar o visitar a un enfermo. Puede ser de útil colaborar en las obras de caridad cristiana que se llevan a cabo en la parroquia o la propia comunidad religiosa, como preparar despensas o apoyar en algunos programas que la comunidad lleva a cabo para atender necesidades especiales. Cada familia tiene que ver el tiempo de vacaciones y el cambio de actividades como una oportunidad para desarrollar nuevas facetas en los niños. No se trata solo de entretenerlos, se trata de ayudarles a dar lo mejor en las nuevas situaciones que viven en el tiempo en que no hay escuela.

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