La historia que hoy les comparto es muy sencilla viene de la primera de las películas de Harry Potter. Se trata de ver en cuál de las “casas” queda cada pequeño mago que llega a Hogwarts, la academia de magos del mundo de Harry Potter. De ello se encarga un sombrero, el Sombrero Seleccionador. Curiosamente tiene mucho que ver con lo que hoy nos cuenta el evangelio de la misa. ¿Cómo vivir de modo adecuado lo que Dios ha sembrado en nosotros? ser un tipo de terreno o ser otro, no es una cuestión pasiva. Es cuestión de lo que uno decide que quiere ser. Los terrenos del evangelio no son así porque siempre han sido así, son frutos de la libertad. Yo decido ser una cosa o ser otra. Puede parecer que las circunstancias nos llevan hacia un lado o hacia otro. Pero tenemos que ser sinceros. Nosotros somos los que hacemos que acaben por ser positivas o negativas. Nosotros endurecemos nuestro corazón, superficializamos nuestra vida, dejamos crecer plantas espinosas en nuestro modo de ser, o luchamos por un terreno que hace que la semilla dé fruto. Algo así es lo que le pasa a Harry Potter. Harry tiene cualidades para ser de Slytherin, donde han estado todos los malos magos. Pero también para ser de Gryffindor de donde salen los héroes. La clave no está en las cualidades sino en las decisiones. ¿Cómo queremos que decida el sombrero de la vida sobre nosotros?
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