lunes, 28 de marzo de 2011

TRAGEDIAS CERCANAS

Fenómenos lejanos puede ser importantes para nosotros. Recientemente todos hemos vivido la tragedia que esta asolando al Japón, un pueblo sufrido por demás. El mundo entero se ha mostrado solidario, cercano, compasivo con el dolor que está sufriendo el pueblo japonés una situación mucho más grave que lo que se vivió en la doble explosión atómica de 1946. Los que vivimos en México podemos experimentar una cierta solidaridad, debido a que sabemos lo que significa sufrir un terremoto. Sin embargo, no hemos vivido lo que significa un tsunami, y mucho menos lo que implica la tremenda tragedia de la posible contaminación radioactiva por los problemas en las centrales nucleares. Esta realidad nos habla de lo frágil que es el ser humano ante la naturaleza. Los casi cuarenta mil muertos nos dicen que no hay nada seguro cuando de la naturaleza se trata. Por otro lado, están los reactores nucleares de Fukushima. Obra humana destinada a sostener un tipo de vida que requiere de la energía eléctrica para poder mantenerse en el nivel al que solemos vivir. Japón, que no tiene petróleo, necesita energía y para eso usa la energía nuclear. Estas centrales acaban teniendo la misma fragilidad que su constructor, el ser humano. Una fragilidad que, ante la naturaleza, pone en riesgo a todo el Japón.
Me pregunto si lo que el Japón está viviendo, puede decirnos algo que toque lo cotidiano de los que vivimos a miles de kilómetros. Aunque en cierto sentido todo ese dolor nos queda muy lejos, hay cosas que nos tienen que quedar muy cerca. Nos tiene que quedar cerca la conciencia de lo pequeños que somos en este mundo. A veces pensamos que nuestra libertad domina todo. Estos dolores son una cura de humildad para aprender a poner nuestra libertad en el perímetro de nuestra condición de seres limitados, que no podemos todo. Esa limitación es un marco moral que nos dice lo que está bien y lo que está mal. Nos tiene que quedar cerca la conciencia de que nuestras obras son tan frágiles como nosotros y que están sujetas a nuestra propia limitación. Todos podemos querer poseer cosas, de modo especial las materiales que nos dan una cierta comodidad. Pero no todo lo que está a nuestro alcance lo podemos conseguir a cualquier precio. A veces tenemos que decir esto no lo podemos hacer. Podemos aprender que en el mundo en que vivimos no podemos prescindir de la interdependencia. El mundo moderno está ligado entre si y lo que pase en Japón puede tener serias repercusiones para todos nosotros.
Son lecciones que la triste situación de Japón nos deja, la lección de no pensarnos todopoderosos, la lección de sabernos poner límites a nuestras ambiciones, la lección de no olvidar que cualquier acción nuestra tiene serias repercusiones sobre los demás. Humildad, dominio de nosotros mismos, solidaridad. Tres palabras que pueden viajar desde el Japón a nuestra casa para saber vivir más agradecidos por todo lo que tenemos. Sobre todo más agradecidos por las personas que tenemos. Y mientras, sepamos que un terremoto, un tsunami y un desastre nuclear no son tan graves para nosotros, como permitir que la autosuficiencia, el engreimiento, la soberbia sean tragedias que destruyen lo que más amamos.

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