domingo, 7 de marzo de 2010

PONLE CASCABEL A TU GATO

Desde el gran Zapirón, el blanco y rubio,//Que después de las aguas del diluvio//Fue padre universal de todo gato//ha sido Miauragato//quien más sangrientamente//persiguió a la infeliz ratona gente.//Lo cierto es que obligada//de su persecución, la desdichada//en Ratópolis tuvo su congreso.//Propuso el elocuente Rosqueso//echarle un cascabel, y de esta suerte//al ruido escaparían de la muerte.//El proyecto aprobaron uno a uno.//¿Quién lo ha de ejecutar? Eso ninguno.//El consejo se acabó como muchos en el mundo.//Proponen un proyecto sin segundo.//Lo aprueban. Hacen otro. ¡Qué portento!//¿Pero la ejecución? ¡Ahí está el cuento! (Félix María Samaniego.)
Parece que todo se desmorona a nuestro alrededor. Y cuando nos preguntamos por la solución, no es fácil dar con el cascabel para el gato. Sin embargo, hay algo que todos nosotros podemos hacer. Comenzar cambiando en nuestra familia. Cambiar la familia es enseñar en casa que la libertad se vive con responsabilidad, que tolerar es respetar, sin dejar de llamar a las cosas por su nombre, que el mal es mal y el bien es bien, que a cada derecho, le corresponde antes, una obligación.
La familia puede ser testimonio de valores en una cultura frágil en fuerza moral para vivir el bien: el bien de la honestidad y de la lucha contra la corrupción, el bien de la solidaridad, el bien de la fidelidad a la palabra dada, el bien del respeto a la vida, el bien del respeto a los derechos y a la inocencia de los niños, el bien del apoyo solidario ante la miseria de quienes apenas sobreviven en una sociedad de opulencia, el bien del compromiso con las necesidades y reclamos de la sociedad.
Ciertamente, los padres y madres de familia se ven rodeados de actividades, de angustias económicas, que les dificultan la tarea primordial de la educación de los hijos. No siempre les es posible estar tan presentes como querrían, en la vida y en la educación de los hijos, sienten el empuje de una sociedad de consumo que busca sembrar en su corazón el materialismo, el afán de gozar, el ansia de imponerse sobre los demás, sin importar el respeto a la dignidad de la persona humana y a los valores que vienen dados en la familia.
Tenemos que animar a los padres a que no dejen de lado esta responsabilidad, tenemos que ayudarlos, tenemos que ser solidarios con ellos. No nos dejemos desanimar por el aparente triunfo del mal, de los antivalores. Aunque veamos que a nuestro alrededor se dejan de apoyar las verdaderas necesidades de los hogares, para perderse en las hojas que hacen menos humana nuestra sociedad, con modas y con leyes, que van en primero en cotra de la vida, luego en contra del matrimonio, finalmente en contra de los derechos de los niños.
Este primer domingo de marzo es EL DOMINGO DE LA FAMILIA en México. Pongamos cada uno un cascabel a nuestro gato.


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