Este fin de año, las salas de cine se vieron invadidas por una película de ciencia ficción: Avatar. Todos conocen la historia: un humano se enfrenta a otros humanos que quieren destruir a unos seres inteligentes para aprovecharse de sus recursos naturales. Acaba triunfando el bien, porque el humano es capaz de ser generoso y solidario, en vez de ambicioso y egoísta. Sobre este film se han oído voces de todo tipo, algunas positivas, por la tecnología usada, otras críticas, por su ideología esotérica.
Muchas cosas pueden discutirse, yo quiero resaltar algunos valores que hay que dejar brillar en nuestro pensamiento y en nuestra vida. Avatar deja claro que el peor enemigo del ser humano es la mentalidad egoísta y materialista. El hombre no puede fijar el rumbo de su vida por un individualismo absoluto, sino por la coherencia con el orden querido por el Creador. Cuando esto se deja de lado, se desfigura la persona humana, y se devasta la creación, que es un regalo que se nos ha hecho.
El libro de la naturaleza es único e indivisible, por ello, así como el respeto por la persona humana está ligado al respeto por la creación, tampoco se puede separar la protección del ambiente y la de la vida humana, en cualquiera de sus etapas.
La película Avatar nos deja ver que la raíz de los problemas humanos es de tipo moral. Que el ser humano no puede ser cualquier cosa, ni decidir sobre su vida de cualquier manera, porque, entonces, dejaría de ser humano. La historia de los humanos y de los navi nos dice que siempre tenemos que ser la parte mejor de nosotros mismos.
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