domingo, 29 de noviembre de 2009

ANTE EL SIDA, SOLIDARIDAD


Nadie quisiera escuchar la frase “tú también tienes sida”. Esta semana se celebra el día mundial contra el sida. En México hay doscientos veinte mil portadores, es decir uno de cada 50 mexicanos.
El problema se puede ver como algo económico por los gastos que implica atender a los seropositivos o a los enfermos del virus.
Se puede ver como un problema de salud pública ante conductas de riesgo, como los contactos homosexuales o los heterosexuales fuera de la pareja estable, el uso de agujas sin desinfectar, o el descuido para evitar el contacto del bebe con la sangre materna en el momento del parto.
El verdadero problema tiene rostro humano. El sida no es una enfermedad: es un enfermo.
Ante el sida no vale el desprecio, ni la discriminación, ni la postura puritana, ni la intolerancia. La única postura es la solidaridad que acompaña a quien ve comprometido el futuro de modo angustioso. La institución que más recursos humanos dedica y que más enfermos de sida atiende es la iglesia católica.
Ante el sida los científicos no pueden rendirse. Pero en nuestras manos no está el curar la enfermedad, está el promover una cultura diferente ante el sida.
Una cultura que apoya la asistencia a los niños, a las mujeres, a los rechazados por el sida. Una cultura que apoya la abstinencia en quienes no tienen pareja, y la fidelidad si ya la tienen. Cada uno puede ofrecer, a quienes sufren el sida, el amor y el cuidado, para ser cirineos de una de las cruces más pesadas de la actual situación mundial.

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