martes, 1 de abril de 2014

LA INQUIETUD DE OCTAVIO PAZ




Estamos celebrando el centenario del natalicio de Octavio Paz el premio nobel mexicano, gran figura intelectual del siglo pasado. Octavio Paz como tantos otros grandes hombres se le va descubriendo más según pasa el tiempo, como antorchas que iluminan el camino de los que venimos detrás. En sus obras, El ogro filantrópico, Las trampas de la fe, El laberinto de la soledad, dibuja la identidad mexicana y nos ofrece los caminos para mirar al futuro. Se puede estar en desacuerdo con él en muchas cosas, pero no se puede negar la autenticidad en la búsqueda de la verdad. Esto le hizo renunciar a su puesto como embajador en protesta por la matanza de 1968, o le hizo enfrentarse al gobierno de la época por la falta de libertad, o a comparar a Fidel Castro con Pinochet. 

También esto le llevó a señalar los aspectos de la religión en los que la institución no permite la libertad de la persona. Aunque el se definía como no religioso, sus obras son una búsqueda constante de ese Otro que es más grande que el ser humano, como el mismo decía: Soy hombre, duro poco, las estrellas me miran, sin entender comprendo, también soy escritura y alguien me deletrea

En esta época en la pareciera que todos tenemos que pensar lo mismo y decir lo mismo, según los criterios de lo políticamente correcto, Octavio Paz viene a enseñarnos a buscar primero la verdad y luego a intentar ser auténticos con lo que hayamos encontrado. Como el mismo decía: La sociedad liberal se paralizará si deja de ser autocrítica. Ojala que este centenario del premio nobel mexicano no sea solo una fecha que pasa, sino un momento de reflexión sobre lo que mueve nuestra vida y nos hace relacionarnos mejor con los demás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

«Dios existe. Y si no existe debería existir. Existe en cada uno de nosotros, como aspiración, como necesidad y, también como último fondo, intocable de nuestro ser».