sábado, 13 de octubre de 2012

SOMOS TU FAMILIA: ¿Es válido casarse hoy en día? Por Alexandro Moreno


No hay necesidad de consultar los datos del INEGI para darse cuenta que los divorcios son cada vez más numerosos y cada vez más precoces. No es necesario ser sociólogos o psicólogos para revelar que la separación de los padres, además de generar tanto sufrimiento en los protagonistas, golpea en lo más profundo a quienes están cerca, porque afecta a toda la familia.
¿Por qué hoy día los matrimonios no duran? ¿Habrá algún modo de sanar esta herida? ¿Existe en el mundo algo que ayude a los esposos a mantener en el tiempo el encanto que al principio experimentaron y que garantice así un crecimiento de la pareja juntos? Normalmente en los cursos de preparación al matrimonio viene ilustrada ampliamente la cualidad del amor como una donación gratuita. ¿Pero quién de los que hemos hecho un curso prematrimonial se acuerda de ello? Durante la luna de miel, y un poco después, el enamoramiento está tan encendido y uno tan convencido de la propia capacidad de amar, que no parece necesario sacar fuera ningún otro recurso que no sea el sentimiento fuerte que hay el uno por el otro. El depósito del amor está tan lleno que no hay necesidad de nada, ni de nadie… Pero ¿qué amor es capaz de durar en el tiempo a pesar de los problemas y la rutina? ¿Qué amor puede florecer de nuevo aún si se apaga? Sabemos que el enamoramiento es el principio para formar una familia, pero también se sabe que esta llama que enciende el corazón dura un año o máximo dos. Entonces es necesario transformar el enamoramiento en amor.
La familia tiene su origen en el momento en el que dos esposos manifiestan públicamente en el matrimonio su donación de amor de por vida. Pero esa mujer y ese hombre no es que donen cualquier cosa, se donan ellos mismos, uno al otro y para siempre. En esencia se prometen estas palabras: “Te amo y te amaré por siempre. De hoy en adelante todo de mi te pertenece, es decir, lo que soy y lo que poseo: soy y seré todo tuyo(a) en el amor y en la fidelidad. Aún ante cualquier imprevisto viviré para ti, para darte amor, hacerte feliz y tener contigo hijos como testimonio vivo de nuestro amor”.
Para muchas parejas este momento inicial permanece para siempre como un recuerdo luminoso. Para otras, por el contrario, con el transcurso del tiempo, la ceremonia nupcial tan sólo evoca una sucesión de rituales en los que la emoción ha jugado toda su parte. Sin embargo, el matrimonio es un acuerdo entre personas de tal forma vinculante, que no existe sobre la tierra ninguno otro igual. Obliga sobre el plano natural y aún más si viene subscrito en un ámbito religioso. De hecho todas las religiones, por ejemplo el judaísmo, el islam o el hinduismo, dan una fuerte relevancia al pacto matrimonial. Para los cristianos además es un Sacramento en el cual Dios es el tercero entre los dos esposos a sellar el amor que se declaran y al cual son llamados.
Transformar el enamoramiento en amor-don es una propuesta compartida aún por quien no tiene una convicción religiosa, pues en la lógica del amor está el donarse sin reservas, y está en el corazón del hombre este llamado al amor. El amor que se expresa en las alianzas esponsales es un amor que no piensa en sí, sino que pone en el centro al otro. Un amor que no lleva la cuenta de lo que nos parece haber dado, sino que está agradecido de cuánto hemos recibido. Un amor que no nos hace encerrarnos en nosotros mismos todas esas veces que nos sentimos rechazados, heridos o desilusionados precisamente de aquella persona que habíamos elegido como compañera de nuestra vida. Es un amor que sabe andar más allá de las diferencias, que sabe esperar, comprender, pedir perdón, perdonar. Un amor que no escucha las voces que dicen que la culpa de las discrepancias que atravesamos como pareja es del cónyuge quien no sabe o no quiere entender. Un amor que no se rinde ante la duda de haberme equivocado de persona. Un amor que sabe transformarse en don para el otro. Bastaría ser conscientes de lo que hemos prometido ese día para poder salir de todas las dificultades venideras, ya que de tener presente esta declaración de amor en los momentos de desasosiego, afirmaríamos con nuestra vida que vale la pena casarse.


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