lunes, 17 de septiembre de 2012

COMPARTIENDO... ATADURAS LITERARIAS

Algunos me han pedido que escriba algo sobre el libro "Cincuenta Sombras de Gris". Preferí buscar un comentario y compartírselo para escuchar sus opiniones al respecto. A la hora de traducir me permití algunas ligeras modificaciones al texto que no cambian su esencia. Espero sus opiniones. Saludos. 



Ataduras literarias por Janie B. Cheaney
¿Qué significa que el libro más rápidamente vendido de la historia sea una trilogía de novelas eróticas que se sumergen en el sadomasoquismo? Los que siguen los fenómenos culturales se llevan haciendo esta pregunta desde la primavera pasada, cuando Cincuenta Sombras de Gris y sus dos secuelas, escritas por una autora previamente desconocida y con poco talento, comenzó a romper records en todas las listas de libros más vendidos y en todos los inventarios de las librerías. La serie tiene una historia muy particular. Hace como tres años, la autora, Erika Leonard, autodenominada  "Snowqueens Icedragon," (algo así como dragón de hielo reina de las nieves) empezó a escribir en una página web de aficionados a la ficción. Aficionados a la ficción (fanfiction en inglés) es un fenómeno del internet: páginas dedicadas a autores aficionados que escriben sobre sus novelas o películas favoritas. La “reina de las nieves” estaba obsesionada con la serie Crepúsculo de Stephanie Meyer; su novela en web, Masters of the Universe, tomó como protagonistas a Edward y Bella en escenarios que habrían hecho sonrojarse a Meyer.
Esto no es inusual en la fanfiction, que con frecuencia es un mercadillo para mujeres, casi siempre mujeres, para disfrutar con fantasías sexuales con personajes de ficción. Pero las fantasías de “Reina de las Nieves” incluían ataduras, látigos y otros instrumentos de tortura, que ponen estos libros en una categoría aparte, por decirlo delicadamente. Su novela era tan explícita que la página web pidió que se retirase, pero ya había atraído a miles de fans. Uno de ellos, un editor australiano, persuadió a la autora de había perdido su vocación como novelista romántica. En mayo del 2011, aparecieron los tres libros de la serie bajo el seudónimo de E.L. James, una movida mercadológica pues el cotilleo creciente permitía a los lectores ir directamente de un libro al otro.
El tema, tal cual es, sigue a una estudiante de 22 años que encuentra a un empresario imposiblemente rico y guapo cuando él le concede una entrevista para el periódico de la universidad. La atracción mutua explota, después de algunos capítulos, en un romance tórrido, pero, antes de hacer nada físico, él insiste en que ella firme un documento dándole permiso para dominarla no solo sexualmente, sino en todas sus elecciones y decisiones.  Nuestra heroína entra en conflicto, con algunas mujeres que condenan este brinco atrás hacia el medioevo y con otras que piensan que todos necesitan ser guiados. Cincuenta Sombras es tan popular entre las casadas de edad joven y media que los periodistas ya la han apodado como “pornomamás”. La página BabyCenter.com informa que apenas nueve meses después de que este libro fue el más vendido en las listas, comenzaron a aparecer “niños-cincuenta-sombras”. Algunos con el nombre de los dos protagonistas, Christian y Anastasia.
A pesar de las inevitables imitaciones, Cincuenta Sombras no es probablemente una tendencia. Sin embargo, cruza una línea, como muchos libreros locales descubrieron, cuando los clientes y grupos de libre expresión, (incluyendo la American Library Association) les presionaron para comprar los libros en sus librerías a pesar de la incongruencia con los valores de la comunidad. A pesar de ser erotismo ligero, el asunto es pesado, al señalar que la relación sexual básica (despreciadas por los así llamados conocedores como sexo-vainilla) ya no mueve nada. También señala algo que no debe ser una sorpresa: las mujeres expresan su naturaleza sexual en modo diferente que los hombres. La inclinación del varón hacia lo visual es bien conocida, pero la mujer lo vive dentro de su propia cabeza. Un varón saca a su exterior tanto el motivo de su deseo como él mismo, pero la mujer tiende a construirse a sí misma en el centro de de un universo erótico.
Esta es la razón por la que la fanfiction es casi un asunto totalmente femenino: en ella las mujeres pueden manejar sus fantasías con palabras,  y ser aplaudidas por otras mujeres. En ese mundo, el varón dominante, grandote, de cejas burlonas, que toca el piano con gran estilo, es finalmente deshecho por la chica inocente con el pelo desordenado. Es ahí donde traicionamos nuestra rebeldía cultural: queremos mandar, pero jugar a ser mandados, ponemos nuestras heroínas (y quizá nosotros mismos) en posturas sumisas, que se supone que son liberadoras. Vivimos en la sociedad más libre de la historia, pero tenemos ensoñaciones sobre ser atados y golpeados. Recurrimos a cumplir un rol, donde deberíamos ser más sinceramente nosotros mismos.
Las mujeres, incluso las mujeres cristianas, dicen que estos libros han despertado chispas en sus matrimonios. Pero las chispas son notoriamente efímeras y lo que dejan es cenizas. Leer las comparaciones entre Maestros del Universo (la primera novela de Erika Leonard) y Cincuenta Sombras es suficiente para mí. Yo no voy a leer Cincuenta Sombras para que ese lugar que a mí me gusta mirar como mío- mi imaginación- acabe demasiado lleno de basura. Más y más, necesito encontrarme  con mis valores, con mi espíritu, con Dios, en ese lugar.
Janie B. Cheaney escribe para WORLD Magazine



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