miércoles, 20 de junio de 2012

DE UN ANILLO PARA DOS: UN DIOS VIVO EN UNA FAMILIA VIVA


La familia no puede vivir sin Dios. Si la familia viene de Dios, si él es su creador, su origen y su meta, no puede dejar a Dios al margen. Cuando se habla de esto, también tenemos que pensar que Dios no es un ente alejado, al que solo se le da culto externo. Dios es un ser personal, por eso la revelación cristiana nos habla de la trinidad de personas. Y como tal, requiere una relación personal. Esa relación personal es la oración. La oración alimenta la relación con Dios y la relación con Dios hace viva la oración. De aquí que la oración, como relación personal de la familia con Dios, sea algo vital para la familia. La oración, podríamos decir, es un alimento de la vida de la familia. Como un árbol se nutre de la savia, así la familia se nutre de sus raíces en Dios. Como un árbol da frutos, como parte de la vida misma para perpetuarse, así la familia necesita dar frutos que la hagan ir más allá de un presente inmediato, hacia la eternidad. La oración es parte constitutiva y esencial de la vida cristiana considerada en su integridad y profundidad. Más aún, pertenece a nuestra misma «humanidad» y es «la primera expresión de la verdad interior del hombre, la primera condición de la auténtica libertad del espíritu». Esto es lo que implica lo que a veces llamamos como vida de oración en familia, que no son rezos en familia, sino precisamente la oración como algo vivo y vivificador en la vida familiar.

Los protagonistas de esta vida, no pueden ser otros más que los mismos padres-esposos. De ellos depende que la vida de relación con Dios en la familia se inicie, se prolongue, continúe. Por ello, los esposos no deben dejar de lado su propia vida espiritual entendida como una relación que va de su persona a la persona del otro, y de la mutua relación a la relación con Dios. ... la vida de oración en familia no es solo la suma de los rezos en familia, por muy laudables que sean estas prácticas, sino que es sobre todo una vida que se va desarrollando en modo armónico en la relación con Dios. La oración por tanto no es un accidente, una eventualidad, un plus del que se puede prescindir en la vida de familia, sino parte de su misma raíz.

(El retiro completo lo encuentras en 

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