viernes, 18 de mayo de 2012

COMPARTIENDO DE UN ANILLO PARA DOS: LA FAMILIA QUE PIERDE A JESÚS

(OTRO MOMENTO DEL RETIRO DE ESPIRITUALIDAD FAMILIAR DE ESTE MES) 

(LUCAS 2) 42 Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta 43 y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo su padres. 44 Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; 45 pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.



·  La escena nos sitúa en un momento muy concreto de la historia de la familia de Nazaret. Junto con parientes y conocidos han bajado a Jerusalén para una de las grandes festividades de los judíos. Tras estar ocho días en la ciudad santa, los peregrinos regresan a sus casas. Pero Jesús no lo hace. Se queda en Jerusalén y su familia se marcha sin él.
·  El evangelio elimina los nombres de José y María, a los que describe con el genérico “ellos” y nos da solamente el nombre de Jesús. Es como si nos quisiera decir que, cuando la familia pierde a Jesús, pierde algo tan importante que pierde su identidad. Algo semejante a lo que le pasa a la familia de Nazaret le pasa a muchas familias. En su camino pierden a Jesús. No siempre es culpa de alguien. Muchas veces es solo el contacto con la sociedad, en la que nos encontramos. Otras veces Dios permite de modo misterioso que su presencia se oscurezca entre los seres humanos, o entre las familias. Otras veces, sin embargo, es la negligencia, o la superficialidad, o algún defecto, lo que hace que parezca que Jesús desaparece de la vida de la familia.
·   Dice el evangelio que los peregrinos continuaron durante un día su camino, hasta que se dieron cuenta de que Jesús no estaba con ellos. Metidos en lo cotidiano, durante un cierto tiempo parece que la vida de la familia sigue igual, pero llega un momento, en que finalmente la familia se da cuenta de que ha perdido a Jesús. La vida diaria puede ocultar en su veloz caminar las ausencias importantes. Pero no impide que acabe descubriéndose la ausencia de Jesús´.
·  Entonces comienza la búsqueda. La búsqueda imperiosa entre los ambientes en los que se piensa que pudiera estar Jesús. Pero Jesús no está ahí. Jesús no está a veces a nuestro primer alcance. Hay que buscar más allá de lo que las propias fuerzas humanas pueden alcanzar. Cuando nos damos cuenta de que nosotros solos nada podemos, es la oportunidad de que comience un camino de regreso.
·  José y María se vuelven a Jerusalén. Para los evangelistas, volverse no es solo un movimiento espacial. Es también un movimiento espiritual. Es dejar el lugar en el que se estaba apartado de Dios y acercarse al lugar donde está Dios. Volverse a Jerusalén en busca de Jesús es saber que hay que dar pasos hacia atrás. eso se llama conversión. También la familia está llamada a la conversión. Llamada a volver al punto de partida, a volver a donde todo había comenzado, volver a la certeza de que Dios está en su centro. La conversión de la familia es necesaria, para encontrar de nuevo a Jesús. la conversión de la familia es volver a dar a Jesús la prioridad que a lo mejor se había olvidado en la vida. La familia solo puede encontrar su sentido e identidad cuando decide volver. Ciertamente que se puede seguir el camino hacia delante, pero de muy poco sirve, caminar sin saber para qué se camina.

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