Esta es sin duda una
pregunta que constantemente nos hacemos los padres con hijos adolescentes. Es
frecuente escuchar frases como estas: “no lo comprendo, era tan buen niño,
porqué cambió tanto”, “antes me contaba lo que hacía y pensaba, ahora no me
dice nada”, “ya no quiere salir con
nosotros”, “han bajado sus calificaciones, ahora solo le interesa estar con sus
amigos”, “se la pasa todo el tiempo
encerrado en su cuarto” entre otras. El término
adolescencia proviene del latín adolecer, y significa ir creciendo,
desarrollarse hacia la madurez, hacerse adulto. Este es un periodo en el que se viven cambios dramáticos en todos los niveles:
físico, emocional, mental, en el que se
presentan retos y decisiones trascendentales en la vida de las personas. ¡Este
artículo es para ustedes los padres! Primero hablaré de
los procesos psicológicos y emocionales por los que atraviesan los adolescentes
y los papás cuando tienen hijos adolescentes, posteriormente hablaré sobre las
actitudes que sí funcionan y que si llevamos a cabo pueden sin duda alguna
mejorar nuestras relaciones con ellos.
El
desarraigo del adolescente.
El niño asume y valida todo lo aprendido de su contexto familiar, pero
el adolescente va desarrollando un sentido de identidad propia y busca
diferenciarse, abrir y expandir sus fronteras, necesita encontrar un sentido de
estar demarcado y definido, de estar aparte, de identificarse con la propia
experiencia y diferenciarse de su familia y de lo que ha sido válido de la
reciente niñez. Busca desarrollar un
sentido de identidad en el que él
es el protagonista de su vida. Cuestiona
y enjuicia todo lo que anteriormente tomaba como válido y verdadero. Comienza a
mirarse y a mirarnos y se da cuenta de que el mundo no es como él creía que era, nos comienzan a ver
como realmente somos, como seres humanos con defectos, que cometen errores y se
equivocan. Las relaciones con
los padres cambian, muchas veces de manera dramática. Pueden volverse
distantes, desafiantes y mas caracterizadas por el conflicto y el desapego. Un
niño dócil, amable y obediente puede convertirse en un adolescente rebelde que
lucha por emanciparse. El adolescente se enfrenta con el desafío de dejar atrás
sus roles infantiles y cree que para hacerlo necesita desapegarse o
desarraigarse del campo familiar. Esto
puede ser, dependiendo de la estructura familiar, un proceso muy difícil tanto
para los padres como para los hijos. Este proceso que a
simple vista parece sencillo, en ocasiones es muy complejo. El hecho de dejar un lugar seguro y dirigirse a otro
desconocido, aunque atractivo a la vez, les da miedo, inseguridad. Les cuesta trabajo responsabilizarse de la
propia vida y en esta etapa son muy proclives a echarle la culpa a los demás de
todo lo que les pasa, principalmente a los padres.
¿Que
nos pasa a los padres durante la adolescencia de nuestros hijos? Sentimos
miedo ante los cambios que ellos experimentan, a que nos dejen de querer, miedo
por su futuro, nos sentimos culpables por no ser buenos papás, mucho desgaste
en las relaciones cotidianas, a la vez lidiamos con sentimientos y recuerdos de
la propia adolescencia, sin dejar de lado que además, es muy probable que
existan problemas y conflictos de pareja, crisis de la edad adulta: menopausia,
andropausia, necesidad de control,
codependencia con los hijos y negativa a
dejarlos ir, a su autonomía.
Algunas actitudes de los padres
que sí funcionan:
• No enjuiciarles, mejor escucharles y
tratar de comprenderles.
• Respeto y apoyo.
• Validar sus sentimientos y pensamientos.
Preguntarles ¿y tú cómo ves esto? ¿Qué piensas de esto? ¿Qué quiere decir eso?
• Mantenernos firmes solamente en las
cuestiones importantes y prioritarias para la familia como normas y valores no
negociables, pero dejar pasar cuestionas menores para no desgastar tanto la
relación y para darles a ellos un sentido de libertad y elección propia que a
esa edad son muy importantes.
• Acompañarlos en su proceso de
desarraigo del campo familiar.
• ¡Negociar!, Ya no funciona el dar
órdenes y el “porqué lo digo yo”.
• Límites claros y firmeza pero
combinados con amor y comprensión.
• Promover en ellos la responsabilidad
dejándolos que asuman las consecuencias de sus actos.
• Revisar nuestras propias expectativas
respecto de nuestros hijos.
• Importante
para los padres: Recordar sus propias luchas adolescentes.
• Es normal que no quieran comunicarse
con nosotros, seguramente preferirán buscar a sus amigos para ello. Para
promover la comunicación hay que estar presentes y disponibles (sin juzgar).
• Interesarse en sus pasatiempos,
lecturas, música, vestimenta, programas de televisión, a veces, estos símbolos
y expresiones externas de su ser interior, se convierten en el medio más
efectivo y directo para lograr una conexión con nuestro hijo adolescente.
• Si mi adolescente no se está
desarraigando y permanece ligado al campo familiar preguntarme como estoy
entorpeciendo su desarraigo y autonomía.
• No tomarnos las cosas que hacen y que
nos dicen de manera personal, recordar que gran parte de sus conductas y
actitudes son “normales” en esta etapa.
Lic. Gisela Chávez es
Orientadora Familiar con maestría en Educación, Psicoterapeuta y Conferencista
en Somos tu Familia. giselachavezm@yahoo.com
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