domingo, 1 de abril de 2012

RAMOS EN ALCHOLOYA

Ha terminado el domingo de ramos. Un domingo vivido entre familias misioneras y comunidades rurales del estado de Hidalgo, en el entorno de la parroquia de Alcholoya. Una vez más se repite la experiencia de la gente que vive su fe en medio de condiciones no sencillas y que vuelve a escuchar a las familias misioneras que tocan a sus puertas para invitarlas a vivir con más intensidad la semana santa. En estos lugares se descubre de modo maravilloso el obrar de Dios en corazones sencillos, pero profundos. Sencillos con la limpidez de los cielos que este año se lavan con nubes y lluvias, profundos con la hondura de quien vive la vida con un tremendo realismo que no deja lugar a las fantasías con las que muchos de nosotros llenamos la cabeza. Aquí todo es de verdad, todo es real, porque no se puede sobrevivir de otra manera. Comunidades pequeñas en las que todos se conocen y no dejan espacio a muchos engaños. Actividades rurales que marcan la vida de modo imperioso sin posibilidad de escape. 


De nuevo vuelvo a ver los rostros que han llenado nuestras semanas santas los últimos años y son todos rostros agradecidos, porque llegamos con ellos, porque volvemos a ellos, porque dejamos nuestro tiempo, nuestras comodidades, para entrar en contacto con ellos. Y de ese realismo vive su fe. Una fe que como la de todos podría ser más madura, más despojada de cosas que la ahoga o la desfiguran. Y me pregunto cuál de las dos fes es más veraz, la de los santitos para que la cosecha venga bien, los animales se desarrollen, o la de un ambiente de un materialismo que desertifica las conciencias. Hoy caminé por tres veces una larga procesión de domingo de ramos, entre cantos, perros, polvo, amenaza de lluvia, sol. Ahí tocas el hondo sentido que les hace a estas gentes acercarse a Dios. A ese Dios del que dependen de verdad y lo saben. No como los que vivimos en las ciudades que dependemos de Dios y hemos decidido ocultarlo a nuestras conciencias, refugiándonos en cines, en playas, en yates, en vacaciones. Como si el no pensar en Dios en semana santa nos hiciera ser autónomos de él. 


Hoy por tres veces leí la pasión de Jesús según san Marcos. Y por tres veces me quedó claro que Jesús viene a nosotros, para estar a nuestro lado en los momentos en los que somos reyes, y para los momentos en los que somos crucificados. Y me quedó claro que solo él puede estar de ese modo a nuestro lado, porque como decía el centurión que testifica la muerte del señor, “verdaderamente este era Hijo de Dios”. Al inicio de esta semana santa quiero quedarme con esta confesión del centurión. Porque quizá es lo que necesito de modo especial. Tener la certeza de que en toda circunstancia alguien que es el Hijo de Dios está a mi lado. Al fin y al cabo, la celebración de la semana santa no es para Jesús que padeció, murió y resucitó. Es para mí, que necesito saber que cuando todo a mí alrededor es bajar del monte de los olivos en gloria, o cuando todo a mí alrededor es subir al calvario en desprecio, El camina a mi lado, como el verdadero Hijo de Dios. Esta es la certeza que se vive en estas llanuras y en estas barrancas. El está a tu lado, yo estoy también a tu lado, sin filigranas, con realismo, con autenticidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

saludos

Uziel dijo...

Le escribo para comentarle que recién vi la entrevista que le realizó el señor Sergio Sarmiento en su programa. Permítame decirle que me agrado mucho, soy cristiano presbiteriano y lo he visto en varias entrevistas, en el tema del nacimiento y en la pasión de Cristo y en ambas coincido casi a la totalidad con usted, saludos