martes, 6 de marzo de 2012

COMPARTIENDO: LOS FRUTOS DE LA CUARESMA

Les comparto esta reflexión sobre los frutos que podemos ir obteniendo en esta cuaresma. Se trata de formar estructuras, formas de ser y no solo de vivir eventos pasajeros.



La cuaresma no es un tiempo para vivir intensamente algo que no deja nada en nosotros. No es una “borrachera espiritual” que se pasa y solo deja dolor de cabeza. La cuaresma es un entrenamiento, la cuaresma es una construcción, que, una vez terminada, debe dejar en nosotros estructuras sólidas de vida espiritual. Siguiendo las segundas lecturas de la liturgia de los domingos de este año, se nos entrega una buena guía con este propósito. 
Primera estructura: pedirle a Dios una conciencia pura. Saber distinguir el bien del mal no es siempre sencillo. Pues nosotros tendemos a estar siempre de parte de nuestro egoísmo. Sin embargo, la conciencia es algo esencial para el ser humano, a fin de no equivocarse llamando bien al mal y mal al bien. La presencia de la amistad con Cristo nos ayuda a que esa luz no se apague en nosotros


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