viernes, 23 de marzo de 2012

BENEDICTO EN MEXICO DIA UNO



Hoy comienza la primera visita de Benedicto XVI a México, su segunda a América latina. Esta visita seguramente despertará algunas polémicas de diverso tipo, que aprovecharán los reflectores para hacerse notar un poco más. Sin embargo a la gente que de verdad le interesa la venida del Papa, le preocupa otra cosa mucho más importante: lo que el Papa nos quiera decir en este momento de nuestra historia, en las complejas circunstancias en las que estamos viviendo en una coyuntura social y económica difícil, en una sociedad que se está moviendo hacia nuevos modos de ser y de relacionarse, en una disgregación de los valores que estructuraron nuestras vidas hasta este momento. Justamente a hablar de esto es a lo que viene el Papa Benedicto XVI a México: a refrescar nuestra mirada, a hacernos sentir como algo vivo lo que creemos con profundidad en nuestros corazones. Nuestros ojos se van a dirigir hacia Benedicto cuando pase por nuestras calles, por nuestras plazas, pero nuestros ojos también se tienen que dirigir hacia nuestro interior para volver a creer con profundidad, para volver a cimentarnos con serenidad en lo que da sentido a nuestras vidas. Porque creemos en la familia, porque creemos en la convivencia social, porque creemos en los valores trascendentes de la persona humana, porque creemos en el mutuo respeto, porque creemos en todo lo que hace grande al ser humano con individuo y como comunidad. Por todo ello es muy importante que abramos paso a la palabra de Benedicto XVI en esta visita a México. Indudablemente que vamos a escucharlo en primera persona todos los mexicanos, pero él a través de nosotros le va a hablar a toda la sociedad latinoamericana que comparte retos muy semejantes en este momento de la historia. Por eso tendremos que poner mucha atención a sus primeras palabras en tierras mexicanas, en el discurso que escucharemos a su llegada al aeropuerto.

 
Creo que el Papa se va a preocupar no solo de los problemas que a corto plazo nos aquejan, sino también de aquellos que nos atenazan más hondamente y más de cara al futuro. Y nos va a invitar a que los reflexionemos no solo como individuos, sino también como comunidad de los que creemos en la renovación interior que Jesucristo vino a traer a este mundo. Nuestra sociedad ha dado un vuelco profundo de valores, se ha puesto primero la avaricia, con sus rostros de materialismo y consumismo, se ha puesto primero la soberbia, con sus rostros de individualismo y desprecio a los demás, se ha puesto primero la ira, con su rostro de violencia y de prepotencia. Por eso tenemos que volver a poner primero otros valores, como la solidaridad, el servicio, el sentido de comunidad, la generosidad, la austeridad, la recta visión de los bienes materiales, la familia… Esta visita de Benedicto XVI no es una visita cualquiera, es una visita a una sociedad en crisis, a una sociedad en disgregación. Sus palabras van a ser la medicina que nos cura, la luz que rompe muchas tinieblas, la seguridad que reafirma muchos corazones. Abramos nuestros brazos, abramos nuestras calles, abramos nuestros corazones a este Papa de esperanza para México y América Latina. 

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