sábado, 21 de enero de 2012

SOMOS TU FAMILIA: GUERRA ADOLESCENTE (GISELA CHAVEZ)

¿Por qué me llevo tal mal con mi hijo adolescente? Esta es sin duda una pregunta que constantemente nos hacemos los padres con hijos adolescentes. Es frecuente escuchar frases como estas: “no lo comprendo, era tan buen niño, porqué cambió tanto”, “antes me contaba lo que hacía y pensaba, ahora no me dice  nada”, “ya no quiere salir con nosotros”, “han bajado sus calificaciones, ahora solo le interesa estar con sus amigos”, “se la pasa todo el tiempo  encerrado en su cuarto” entre otras.
El término adolescencia proviene del latín adolecer, y significa ir creciendo, desarrollarse hacia la madurez, hacerse adulto. Este es  un periodo en el que se viven  cambios dramáticos en todos los niveles: físico, emocional, mental,   en el que se presentan retos y decisiones trascendentales en la vida de las personas.
¡Este artículo es para ustedes los padres! Primero hablaré de los procesos psicológicos y emocionales por los que atraviesan los adolescentes y los papás cuando tienen hijos adolescentes, posteriormente hablaré sobre las actitudes que sí funcionan y que si llevamos a cabo pueden sin duda alguna mejorar nuestras relaciones con ellos.
El desarraigo del adolescente.  El niño asume y valida todo lo aprendido de su contexto familiar, pero el adolescente va desarrollando un sentido de identidad propia y busca diferenciarse, abrir y expandir sus fronteras, necesita encontrar un sentido de estar demarcado y definido, de estar aparte, de identificarse con la propia experiencia y diferenciarse de su familia y de lo que ha sido válido de la reciente niñez. Busca desarrollar un  sentido de identidad  en el que él es el protagonista de su vida.  Cuestiona y enjuicia todo lo que anteriormente tomaba como válido y verdadero. Comienza a mirarse y a mirarnos y se da cuenta de que el mundo no es  como él creía que era, nos comienzan a ver como realmente somos, como seres humanos con defectos, que cometen errores y se equivocan.
Las relaciones con los padres cambian, muchas veces de manera dramática. Pueden volverse distantes, desafiantes y mas caracterizadas por el conflicto y el desapego. Un niño dócil, amable y obediente puede convertirse en un adolescente rebelde que lucha por emanciparse. El adolescente se enfrenta con el desafío de dejar atrás sus roles infantiles y cree que para hacerlo necesita desapegarse o desarraigarse del campo familiar.  Esto puede ser, dependiendo de la estructura familiar, un proceso muy difícil tanto para los padres como para los hijos.
Este proceso que a simple vista parece sencillo, en ocasiones es muy complejo. El hecho de  dejar un lugar seguro y dirigirse a otro desconocido, aunque atractivo a la vez, les da miedo, inseguridad.  Les cuesta trabajo responsabilizarse de la propia vida y en esta etapa son muy proclives a echarle la culpa a los demás de todo lo que les pasa, principalmente a los padres.
¿Que nos pasa a los padres durante la adolescencia de nuestros hijos? Sentimos miedo ante los cambios que ellos experimentan, a que nos dejen de querer, miedo por su futuro, nos sentimos culpables por no ser buenos papás, mucho desgaste en las relaciones cotidianas, a la vez lidiamos con sentimientos y recuerdos de la propia adolescencia, sin dejar de lado que además, es muy probable que existan problemas y conflictos de pareja, crisis de la edad adulta: menopausia, andropausia,  necesidad de control, codependencia con los hijos  y negativa a dejarlos ir, a su autonomía.
Algunas actitudes de los padres que sí funcionan:
  • No enjuiciarles, mejor escucharles y tratar de comprenderles.
  • Respeto y apoyo.
  • Validar sus sentimientos y pensamientos. Preguntarles ¿y tú cómo ves esto? ¿Qué piensas de esto? ¿Qué quiere decir eso?
  • Mantenernos firmes solamente en las cuestiones importantes y prioritarias para la familia como normas y valores no negociables, pero dejar pasar cuestionas menores para no desgastar tanto la relación y para darles a ellos un sentido de libertad y elección propia que a esa edad son muy importantes.
  • Acompañarlos en su proceso de desarraigo del campo familiar.
  • ¡Negociar!, Ya no funciona el dar órdenes y el  “porqué lo digo yo”.
  • Límites claros y firmeza pero combinados con amor y comprensión.
  • Promover en ellos la responsabilidad dejándolos que asuman las consecuencias de sus actos.
  • Revisar nuestras propias expectativas respecto de nuestros hijos.
  • Importante para los padres: Recordar sus propias luchas adolescentes.
  • Es normal que no quieran comunicarse con nosotros, seguramente preferirán buscar a sus amigos para ello. Para promover la comunicación hay que estar presentes y disponibles (sin juzgar).
  • Interesarse en sus pasatiempos, lecturas, música, vestimenta, programas de televisión, a veces, estos símbolos y expresiones externas de su ser interior, se convierten en el medio más efectivo y directo para lograr una conexión con nuestro hijo adolescente.
  • Si mi adolescente no se está desarraigando y permanece ligado al campo familiar preguntarme como estoy entorpeciendo su desarraigo y autonomía.
  • No tomarnos las cosas que hacen y que nos dicen de manera personal, recordar que gran parte de sus conductas y actitudes son “normales” en esta etapa.
Lic. Gisela Chávez es Orientadora Familiar con maestría en Educación, Psicoterapeuta y Conferencista en Somos tu Familia.            giselachavezm@yahoo.com


1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias padre por compartirlo! Me vino muy adoc ya que apenas empiezo esta etapa con mi hijo de 12 años y estoy empezando a ver esos signos en su comportamiento. Es alentador! Me encomiendo a sus oraciones. Dios le bendiga!
Sra. Martha Morales.