sábado, 10 de diciembre de 2011

SOMOS TU FAMILIA: TENGO UN ENFERMO EN CASA

Tengo un Enfermo en Casa (Lic. Rosa María Rodríguez)

¿Qué sucede cuando nos informan que alguno de los miembros de nuestra familia tiene una enfermedad, ya sea  prolongada o crónica?  ¿A qué nos enfrentamos y, sobre todo, a qué nos vamos a enfrentar?.
Con el diagnóstico lo primero que suele aparecer es un sentimiento de negación, decimos  ¡no es cierto! … ¡seguramente el médico está equivocado! …  ¡por qué me pasa esto a mí!, lo cierto es que nos tenemos que plantear una serie de tareas prácticas y emocionales que la situación de enfermedad va ir requiriendo; como familia tendremos que hacer reacomodos para salir adelante …. pero ¿cómo?
El efecto de la enfermedad en cada persona dependerá de varios factores, entre ellos la edad de inicio: mientras más jóven es la persona que presenta el padecimiento, más impactante se vuelve la noticia, pues solemos considerarlo contra natura; todos esperamos envejecer y la enfermedad nos cuestiona esa posibilidad así como la calidad de vida que podamos tener.
La aparición de una enfermedad crónica (diabetes, esclerosis, hipertensión, cáncer, etc) es como si llegara un miembro más a la familia, desde luego uno que no es deseado ni bienvenido, pero con el que tendremos que aprender a convivir: los síntomas, la  pérdida de funcionalidad, los cambios en los papeles ya existentes o la creación de nuevos roles y el temor a la muerte, son elementos que afectaran a toda la familia. De hecho, toda enfermedad implica la pérdida del estado de salud, por lo que de entrada, estamos ante un duelo y como tal es normal que aparezcan sentimientos de coraje, tristeza y hasta culpa, pero no solo en quien padece la enfermedad, sino también en quienes lo rodean, la familia y la figura del cuidador, pues siempre hay alguien que ocupará este papel.
¿QUÉ HACER ANTE EL DIAGNÓSTICO DE UNA ENFERMEDAD CRÓNICA?
·         Lo primero que debemos atender es la situación de emergencia, esto es, tomar las decisiones necesarias y llevar a cabo todo aquello que se requiere para tratar el padecimiento.
·         No considerar el diagnóstico como sinónimo de muerte, pero sí de lucha.
·         La información baja la ansiedad, investiga, anota todas las preguntas que tengas acerca de la enfermedad y recurre a los especialistas para buscar su respuesta.
·         Busca el apoyo de aquellas personas que están cerca, no temas en solicitar la ayuda, recuerda que lo que hoy es por mí, mañana será por tí.
·         Repartir tareas y responsabilidades para que el peso no recaiga únicamente en la persona del cuidador.
·         Platicar en familia de lo que está sucediendo, sin secretos ni mentiras. En ocasiones, se  pretende mantener al paciente al margen del progreso de su enfermedad, pero por dolorosa que sea siempre es preferible la verdad a una mentira que ni siquiera resulta creíble, pues no se puede negar la evolución de un padecimiento.
Estos puntos que se señalan pueden ayudar a la familia a darle un significado al problema de salud que las afecta y ayudarlas a sentirse competentes y capaces de controlar la situación, pues cuando estamos ante una enfermedad necesitamos sentir que estamos reaccionando de manera normal.
La enfermedad suele ser motivadora de una reorganización profunda, por que en sí misma es una experiencia profunda.  Incluso una vez superada (si se trata de una enfermedad curable), las personas no vuelven a ser las mismas, una enfermedad es capaz de unir a una familia pero también de desgastarla hasta destruirla, esto depende de cómo la afrontemos. En la medida que podamos ser flexibles para adaptarnos a las nuevas circunstancias el resultado será mejor, incluso durante el padecimiento las condiciones van cambiando ya sea paulatinamente o de manera drástica,  en todo caso tendremos que ir reaccionando en base a lo que se vaya dando y en esos momentos, un apoyo terapéutico puede ser de gran ayuda.

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