jueves, 27 de octubre de 2011

BENEDICTO Y LENNON EN ASIS

Hoy se cumplen veinticinco años de que Juan Pablo II convocó a los líderes de las principales religiones en Asís, para que cada uno orase junto al otro por la paz. En 1987 el mundo se encontraba en el horizonte de la guerra fría. En unos años más ya no existiría el muro de Berlín, ni el telón de acero. Juan Pablo II creyó que la fuerza del espíritu era superior a la de las armas y que sería capaz de imponerse al materialismo impuesto en todo el mundo. Hoy se convoca a representantes de Iglesias y Comunidades eclesiales y de las Religiones del mundo para reflexionar  sobre la amenaza que viene de un peligro interno al hombre: la pérdida de su corazón. Este problema multiplica hasta la tragedia los males de nuestro mundo, lleno de riqueza, de avances tecnológicos, de grandes incertidumbres. Un mundo violento, lleno de enfrentamientos, de opresiones, de injusticias, de falta de respeto de la dignidad de la persona, de la dignidad de la familia, de la dignidad de la vida en todas sus formas.

El Papa Benedicto XVI quiso reflexionar sobre la relación entre las religiones y la violencia algo, como él mismo decía, a menudo motivado religiosamente justificando una crueldad despiadada. A veces parecería que las religiones en la historia han servido más para dividir que para unir a los hombres. Ya lo decía John Lennon en su mítica canción “Imagine”: Imagine there's no countries  It isn't hard to do  Nothing to kill or die for  And no religion too  Imagine all the people  Living life in Peace (Imagina que no hay países, no es difícil hacerlo, nada por lo que matar ni tampoco religión. Imagina a toda la gente, viviendo la vida en paz) Cuando por desgracia incluso en nombre del Dios cristiano se han cometido violencias injustificables, es tarea de todos los cristianos purificar la expresión religiosa para que, partiendo de su centro interior, sea realmente instrumento de la paz de Dios en el mundo. Ahora bien, en nuestro mundo hay otra fuente de violencia que es una ausencia de Dios que genera la opresión del hombre. Esto lleva a pensar que en el fondo la violencia no es tanto el fruto o la ausencia de religión. La violencia es la ausencia de la visión del hombre. Lo que elimina la violencia no es la religión, no es el ateísmo, no es el agnosticismo, es la decisión de dar al ser humano su dignidad desde la propia posición. Si la religión deformada opera en contra del hombre, la ausencia de una referencia a Dios también lo hace si el hombre se permite humillar al otro al pensar que encima de él no hay ninguna referencia.

Perder al ser humano y poner cualquier otra cosa como centro de la sociedad y de la visión del mundo es encaminarse hacia la destrucción, sea vestida de beneficio personal, sea vestida de sometimiento a cualquier evasión fruto de las adicciones que se mezcla con el afán de beneficio indiferente al daño de otros ni a la violencia que degrada de modo galopante las estructuras sociales. El encuentro de Asís es un homenaje al ser humano y una profunda búsqueda de la verdad que ilumina la dignidad de cada ser humano y de la que brota la posibilidad de la convivencia. Nuestro mundo tiene que recordar que sin Dios no hay respeto del ser humano, que sin respeto del ser humano no hay verdadero encuentro con Dios y que lo que mantiene este delicado equilibrio es la búsqueda de la verdad, la verdad que hace libres del mal, la verdad que permite ser sincero, la verdad que es lo único que permite vivir y sentirse en paz.

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