lunes, 29 de agosto de 2011

ME DUELE MONTERREY

Toda esta semana he estado dando vueltas al criminal atentado de Monterrey. Me duele Monterrey. He intentado meterme en la cabeza de los dueños del local, en la de los criminales, en la de las víctimas. Las noticias nos dejan hechos muy confusos y a veces nos distraen de lo esencial. Lo esencial es que unos seres humanos llevaron a la muerte a otros seres humanos. Unos seres humanos metidos en la red de la delincuencia organizada, seres deshumanizados hasta el punto de ver en las personas que murieron como parte de una cadena de consecuencias de un trabajo que les habían asignado. Posiblemente no querían que pasara eso exactamente pero todo acabó no solo en desastre, sino en tragedia, no solo en castigo por no “entrarle a la cuota”, sino en calamidad. Ahora cincuenta y dos familias de Monterrey lloran. Ahora es posible que los sicarios teman por sus vidas por el enojo de sus jefes ante tanto desmán. Ahora es posible que los dueños de los casinos tiemblen cuando reciban una llamada desconocida. Ahora es posible que quienes van a los casinos se pregunten asustados si los dueños de ese lugar sí habrán pagado “la cuota”. Eso es lo más terrible, cómo nuestra sociedad se ha llenado de miedo, de desconfianza, de inseguridad. El amor expulsa al miedo, decía la Escritura. Pero el miedo expulsa al amor. Y una sociedad que no se teje en lazos de confianza es una sociedad perdida.

Con todo hay otros factores que como ciudadanos de  a pie debemos considerar. Factores que son parte del fuego que consumió el Casino Royale de Monterrey, factores que no dependen del gobierno, de la política, o de quien sea, más que de nosotros mismos. El primero es la lucha contra la corrupción. La corrupción, que la Real Academia, define como una práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de las autoridades públicas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”, es una de las lacras más grandes de nuestra sociedad. Casi todos somos corruptos, casi todos le entramos al ventajismo personal por medio de un daño al prójimo o a la sociedad. Mientras esto no se acabe, mientras cada uno de nosotros no lo acabe en su vida, todo seguirá igual. Mientras la veamos como una práctica tolerable, todo seguirá igual. El segundo factor es la indolencia ante el esfuerzo por hacer las cosas de modo legal. Me queda claro que no podemos seguir viviendo en una sociedad en la que se desprecia la legalidad. Ciertamente, no todo lo legal tiene la misma importancia. Pero no podemos despreciar la legalidad como sistema. Y eso nos cuesta mucho en México. Nos cuesta preguntarnos si algo será o no legal y sobre esto determinarnos a actuar. Nos falta asumir con responsabilidad el hacer legal nuestro actuar, en el tráfico, la casa, el trabajo, el comercio, la política.

Y sobre todo, aunque suene muy fuerte, debemos dejar de ser una sociedad del desprecio: del desprecio de lo legal, del desprecio de lo ético, del desprecio de la vida humana (¿sigue siendo verdad eso de que la vida no vale nada?). En las llamas de Monterrey no solo ardía un casino con olor a ilegalidad, ardía el aprecio por los valores, por el ser humano, por la convivencia social. Tenemos que despertarnos, pero no solo contra la violencia. Tenemos que despertarnos para apagar todo lo que de justo, bueno y humano se quema cada día en nuestro corazón. Me duele Monterrey. Me duele México. Descansen en paz nuestros hermanos. Nosotros pongámonos a trabajar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es increible lo que esta pasando en un País tan hermoso como lo es MÉXICO, muchas veces achacamos la culpa a nuestros gobernantes, pero la situación tambien depende de nosotros mismos. Los valores se han ido perdiendo. A mi punto de vista quizá nuestro Sr. PRESIDENTE, este haciendo las cosas bien, pero las personas que están a su alrrededor no tienen los mismos intereses. No es de ahora que Calderon esta en la Presidencia que existe la delicuencia organizada, esto lleva muchos año en nuestro País, solo que ahora se hace más sonado, porque ningun Presidente, había tenido la entereza y valentía de encararlo.
Ojala tomemos conciencia de lo que acontece en MÉXICO, y talvez, solo talvez volvamos hacer lo que fuimos antes.
Mi más sentido pesame a las familias e las personas inocente caídas, no solo de Monterrey sino de todo México,mi más sentido pesame a toda nuestra Nación.