martes, 5 de julio de 2011

¿MANSOS O MENSOS?



Hace poco leí en el evangelio una frase de Jesús que con frecuencia es motivo de levantamiento de cejas y de miradas llenas de sorna. Es la frase en la que Jesús se propone como manso y humilde, y además como modelo a seguir. Cuando uno oye eso se pregunta si esto puede ser un modelo para nuestra cultura, una cultura de excelencia, de superación, de liderazgo, de competitividad. ¿Cómo pueden estos rasgos de nuestra mentalidad ser compatibles con el evangelio que tiende a presentarse como de cabeza ladeada, ojos caídos, siempre dando un paso atrás? Ciertamente, no es propio del cristiano ejercer la violencia, pero tampoco es propio del cristiano el abdicar de la fortaleza. Y entonces ¿cómo conciliamos estos la superación y el liderazgo con la mansedumbre y la humildad?
 
Quizá nos pueda ayudar reflexionar sobre el significado original de ambas palabras. Manso no es aquel que no tiene fortaleza, porque se la han arrebatado. Manso es aquel que tiene fortaleza sobre sí mismo hasta el punto de ser más fuerte que el enojo o la ira. El verdadero manso no es el que no se altera ante nada, el que recibe todo como si la vida no fuera con él. No, ese es un apático, o un amorfo. El verdadero manso es el que ante las adversidades de la vida, las que son de verdad, las que oprimen el corazón con fuerza, es capaz de mantenerse en el bien, es capaz de hacer el bien que hay que hacer. La mansedumbre evangélica no es un acto de debilidad. La mansedumbre es una consecuencia de la fortaleza interior que se posee. Por otro lado, la humildad no es la actitud que nos hace bajar la cabeza ante todo. Humildad es una palabra que viene de la raíz latina HUMUS que tiene que ver con la capacidad de mantenerse en el nivel de la tierra, de no levantarse del suelo. La humildad, por lo tanto, es la capacidad de saber cuáles son los propios límites y cuáles las propias capacidades, cuales los propios cimientos en lo que uno puede estar firme. Por eso la humildad es contraria a la soberbia, es decir a la elevación por encima de las propias capacidades y cualidades y que construye una mentira en nuestra vida. Por eso como decía también Santa Teresa, la humildad es la verdad. Saber quién se es, saber qué se puede, saber qué no se puede, esa es la verdadera humildad.
 
Ser manso y humilde no será, por tanto, señal de cortedad de espíritu, sino de fortaleza y veracidad respecto a uno mismo. Por eso estas dos virtudes son sumamente necesarias hoy día. No se puede dar verdadera superación personal si no es a base de reconocer en qué lugar me encuentro y en qué lugar debería estar. No se puede dar verdadero liderazgo si no es a base de ser fuerte primero con uno mismo. Como lo decía un antiguo refrán, “solo manda bien quien sabe obedecer bien”. Es decir, sólo es capaz de ayudar a los otros con el propio liderazgo quien antes ha sido capaz de hacerse dueño de sí mismo. Nuestra sociedad necesita de líderes. Líderes en la familia, líderes en el matrimonio, líderes en la política, líderes en la iglesia. Sólo seremos líderes verdaderos y no buscadores del propio interés, cuando sepamos ser mansos y humildes, cuando los valores interiores este custodiados por la fortaleza y la sabiduría del realismo. Si no somos mansos de esta manera… corremos el riesgo de ser bastante mensos.

3 comentarios:

Cuquis dijo...

Gracias Padre por actualizar el significado de mansedumbre y humildad, su meditacion ha llegado a mi vida en momento preciso, Dios le bendiga.

Maria Cristina Gonzalez dijo...

Querido P. Cipriano: bravo!!! claro que la mansedumbre y la humildad se equiparan a fortaleza y verdad, pero se necesita su valor y ciencia para publicarlo tan acertadamente, mil gracias y un abrazo junto con mis oraciones...

Anónimo dijo...

Padre Sanchez, viví en un lugar más de 20 años, me ausenté seis, y ahora quiero regresar. En preparación me puse a revisar un archivo de contactos, principalmente de esa región. Entre mis contactos, me encontré con lo siguiente: 'Cipriano Sánchez/Sacerdote: muy inteligente' y nada más. Intrigado, lo busqué en el Internet, y loteria!, su nombre, la fotografía de un sacerdote, y un blog interesante y con un nombre muy original. Quien más que él mismo, pensé, a quien sólo casualmente he de haber conocido, y por eso no me acuerdo, pero que por su inteligencia me haya impactado y motivado a escribir la nota. El nombre me sono' conocido, pero lo ha sido desde mi niñez, y ando por los sesentas. Usted es demasiado joven para ser esa persona. Sacerdote y muy inteligente, que' interesante combinación. Siempre he pensado que es muy interesante platicar con un sacerdote inteligente y fuera de lo común.

No hablo mucho de religión, pero sí de Jesucristo, de Dios, del más allá, etc., siendo todos temas favoritos además de reencarnación. También me gusta la astronomía, inculcada y bien enseñada por mi padre, aunque yo no sepa ni la mitad de lo que él sabía y entendía.

En mi ausencia de seis años viví muy aislado en una casa alejada de la comunidad y con pocas posibilidades de salir. Me conforme' con una buena computadora y conexión de Internet rápida. Mi silla de ruedas está muy desgastada y es incapaz de rodar por el empedrado de la calle frente a esta casa. Sólo me visitan familiares, y 2 amigos muy de vez en cuando. Hambre tengo de conversar inteligentemente con alguien con ideas nuevas, que no sean mis amigos con miembros de mi familia. Se que hay grupos en el Internet con los que podría satisfacer ese apetito, pero no lo hago, quizá porque conversar con personas que seguramente ni estan en mi país me parece tan surreal, o simplemente porque nunca he tenido la oportunidad de hacerlo.

Tengo un negocio que atender, y eso también me pone en contacto con muchas personas, en el ámbito relacionado con mi negocio.

El accidente que me dejó así sucedió hace más de 40 años. No me busque en Internet por mi nombre, porque estoy usando un seudónimo. Tengo esa debilidad de no revelar mi identidad sin que me lo pregunten, o ante alguien que no sé dónde está, o con quien no tengo un negocio específico. Soy ingeniero, y diseño aparatos que me sirven para hacer las cosas que necesito hacer por mí mismo, y algunos de esos aparatos los hago fabricar y los vendo a algunas personas que los necesitan. Lo hago todo en muy baja escala, y no pago impuestos. Es ésta una de las razones por la que no quiero revelar mi verdadero nombre. No es que no quiera pagar impuestos. Lo que pasa es que lo poco que gano se va en pagarle a un empleado y materiales, y simplemente no me he metido en el trabajo de darme de alta en hacienda. Para mí especialmente que tengo movilidad tan limitada, cualquier trámite es demandante y muy complicado, y lo evito si puedo hacerlo. En fin que la razón de escribir todo esto, es saber si es usted es ese sacerdote al que se refiere mi nota. Si el color de su cabello es natural, me recuerda a un muchacho muy inteligente que conocí cuando era seminarista, y con quién llevé muy buena amistad. Pero esto sucedió en Estados Unidos, y no recuerdo que hablara español. Si no tiene manera de responder en su propio blog, le ofrezco mi correo electrónico; marbro87@hotmail.com.