lunes, 13 de diciembre de 2010

POSADAS Y ADORNOS NAVIDEÑOS

Estamos en el tiempo de las posadas y de los adornos navideños. Estas tradiciones tuvieron en su comienzo un sentido que la época en que nos encontramos nos invita a recordar. Porque las fiestas de Navidad no se pueden celebrar sin recordar el sentido que tienen. Hace varios años pasé Navidad en tierra santa. Yo me imaginaba que habría calles alumbradas, estrellas multicolores, esferas por todas partes. Nada de eso. En toda Jerusalén no había un solo adorno navideño. Solo había adornos en las ciudades más cristianas, como Belén o Nazaret. ¡Cómo! ¿en tierra santa no hay adornos navideños? Lo que pasaba era que al ser un lugar de mayoría musulmana y judía, solo donde los cristianos eran mayoría había una presencia de la Navidad. ¿Qué pasaría si en nuestras calles no hubiera luces, ni esferas, ni árboles de Navidad? ¿Qué pasaría si en nuestros centros comerciales no hubiera personajes vestidos de santa Claus o de rey mago? ¿Qué pasaría si desapareciera toda la Navidad por fuera? ¿Seguiríamos viviendo la Navidad por dentro?

Para la mayoría, las posadas ya no son lo que les dio origen. Si te invitan a una posada ¿sientes que te estás preparando para la celebración del nacimiento de Jesús? Los adornos navideños tienen un sentido: así el pino de Navidad es el símbolo de la vida nueva que nos trae Jesús con su nacimiento, las esferas recuerdan los frutos personales, espirituales, familiares que aparecen en el mundo por el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios. Las guirnaldas recuerdan el amor de Dios que rodea la vida de los seres humanos. Las luces nos recuerdan que Jesús ha venido al mundo a vencer la oscuridad, el mal, todo lo que es negativo en nuestras vidas.

Si en los países musulmanes o en Israel no se celebra la Navidad, ¿no será porque es una fiesta profundamente ligada con la venida de Jesús al mundo? Cuando celebramos la Navidad, ¿tiene algo que ver con la venida de Jesús al mundo? Tenemos que vivir estas fechas con alegría, con gozo, pasarlas bien. Pero si no queremos que sean fechas vacías, tenemos que recuperar el sentido que les dio origen. Unas posadas vividas con un espíritu de disposición a la venida de Cristo. Unos adornos que recuerden lo que trajo Cristo. Si no, cambiemos el nombre a las cosas. Llamemos a las posadas, comilonas, llamemos a los adornos, decorados.

Celebremos la Navidad con más sencillez, pero con más profundidad, dando a cada cosa su sentido. Pongamos el árbol porque recordamos la vida nueva que nos trae Jesús con su nacimiento, encendamos luces porque los valores iluminan nuestras vidas, colguemos esferas porque estamos dispuestos a dar mejores frutos en nuestra existencia, enganchemos guirnaldas porque sabemos que estamos rodeados por el amor de los que nos quieren y por el amor de Dios. Hagamos de las posadas un momento de solidaridad, de compartir, de alegrarnos juntos, porque se acerca la Navidad, la fiesta en la que volvemos a descubrir el valor de la propia vida, porque descubrimos el valor de un niño que nos ha nacido de parte de Dios.

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