domingo, 10 de octubre de 2010

DOS PREMIOS NOBEL PARA LA LIBERTAD.

En días pasados se anunciaron los premios nobel de literatura y de la paz para Mario Vargas Llosa y Liu Xiobao, dos personajes que, con diversas trayectorias, se han comprometido contra las tiranías presentes en su sociedad. Llenos de luces y de sombras, iluminan una gran aspiracion del corazón: el afán por ser libres y ejercer la propia vida en libertad. No siempre los seres humanos se comprometen por sus ideales con una ética de congruencia, nos vendemos con facilidad a un conformismo que adormila la conciencia y la vida. Mario y Liu, por caminos diferentes, comparten la convicción de que no se puede privar de la libertad al ser humano, pues es la base de su dignidad, desde la que debe propone un proyecto de vida aunque quienes le rodean, parezcan más inteligentes y más poderosos. Es la continua tentación, el hombre por encima o por debajo de las ideologías. Mario y Liu han hablado con su vida, jugándose el tipo para que nadie pise a nadie, para que ninguna idea pise a ningún hombre.

Hoy tenemos miedo al caos de la ciudad, al caos de la violencia, al caos de la disgregación de los valores, al caos de la corrupción. Solamente la dignidad personal da sentido al caos. Lo hacemos en casa, cuando enfrentamos una cultura que seca el corazón de nuestros jóvenes. Lo hacemos en el matrimonio, cuando defendemos nuestro compromiso por encima de las modas que llenan las revistas. Lo hacemos en el trabajo, cuando somos honestos por encima de la tentación de una ganancia fácil o de conseguir un puesto a costa de poner la zancadilla al de al lado.
Lo importante de Mario y Liu es que no aceptaron la mediocridad del entorno ideológico, económico y político. Ellos nos enseñan a enfrentarnos a los fantasmas con que nos amenazan para que nos callemos, para que no seamos auténticos, para que nos comamos las convicciones en un sándwich de modernidad. La vida siempre será un reto. Lo será para quienes cada día suben por dos horas a una pesera (autobús) en la madrugada para llegar a un trabajo siempre insuficientemente pagado. Lo será para quien es acosado por un mundo sexual que desequilibra y confunde la emocionalidad necesaria para la fidelidad y la responsabilidad en el matrimonio, orientado a la felicidad propia y de los hijos que pueden venir. La vida será siempre un reto para quien se queda en casa realizando el quehacer y estirando los billetes de veinte pesos para dar de comer a los hijos y a los hijos de los hijos. La vida será un reto para quienes no se doblan ante el peso del ahí se va, o de la picaresca comodina.

La vida no es siempre luminosa, pero Mario y Liu nos dicen que la luz no viene de fuera, viene de dentro, de nuestra coherencia, de nuestra firmeza, de nuestros ideales. Hombres como estos premios nobel nos enseñan a caminar entre los precipicios de la vida sin caernos, porque nuestros pasos avanzan con la seguridad de quien tiene claros sus principios, y está dispuesto a levantar con libertad la cabeza en la tormenta, para seguir mirando al horizonte.

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