lunes, 7 de junio de 2010

VOLVER SIN NADA, REGRESAR POR TODO

Las historias más importantes del ser humano son aquellas en las que mostramos la parte más significativa de nosotros: la capacidad de superación ante las adversidades. Esto ha alimentado a los héroes de la antigüedad, algunos de ellos grandes guerreros, otros grandes exploradores. En nuestra época, también tenemos modelos de triunfo. Hoy quiero compartir con ustedes el caso del tenista Rafael Nadal, actual número uno del mundo en este deporte.

Hace dos años, Rafael Nadal era el rey del mundo. Su carrera deportiva había ido en un continuo ascenso, pues desde el puesto ochocientos once en el año dos mil uno, había subido hasta el número uno en el dos mil ocho. Todo parecía sonreírle. Todo iba de maravilla. De pronto, se le suman dos sufrimientos. Uno físico, por una lesión en las rodillas que le genera dolor e incapacidad para moverse adecuadamente en la pista, y otro dolor de tipo moral, pues sus padres se divorcian y esto se le clava en el corazón al deportista.
En ese momento, comienza el desastre: once meses, entre problemas físicos y disgustos familiares, sin un título que echarse a la boca. "Fueron muchos meses volviendo a casa sin nada que celebrar, y eso es muy duro", recuerda. Nadal comienza a dejar de ganar torneos, pierde la corona mundial, su universo comienza a ponerse oscuro.
Entonces surge el verdadero campeón, que no es el que vence en las canchas de tenis, sino el que se vence a sí mismo. Nadal echa mano de la constancia y el esfuerzo, de la humildad y la dedicación, del empeño y la firmeza. Nadal tiene que poner el extra de voluntad y perseverancia, que distingue a los verdaderos triunfadores en todas las empresas humanas, que les permite superar todo tipo de obstáculos e imponerse a toda suerte de rivales.
Otro lo hubiese dejado, visto que tenía trofeos de sobra. Pero él no se rindió. Al revés, lo tomó como un desafío y, dando pruebas de una entereza espiritual, aún más notable que la física, fue recuperando fuerzas y posiciones, hasta volver a ocupar el trono que había perdido.




La historia de Rafael Nadal nos enseña que, lo importante en la vida, no son las metas que conseguimos, sino la riqueza personal que adquirimos en el camino. Es en el camino hacia la meta donde el ser humano muestra y da lo mejor de sí. Es en el camino hacia la meta, donde el ser humano se forja como auténtico héroe no de la historia del mundo, sino de la historia personal que es en la que se trasciende de modo importante.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias Padre por recordarnos que en la práctica es donde encontramos la enseñanza que nos lleva hacia adelante

Cipriano Sanchez dijo...

creo que si lo que es importante no lo hacemos vida, se nos acaba por morir.
p. cipriano

martha García de D. dijo...

Querido Padre Cipriano

¡Qué bueno que viene a nuestra ciudad el 16 de junio! Para presentarlo necesito su curriculum, ¿me lo puede enviar?

M