domingo, 23 de mayo de 2010

SHAVUOT, PENTECOSTES, ROCIO

Hoy celebramos la fiesta de Pentecostés. Una fiesta en la que no siempre sabemos qué hacer con el Espíritu Santo, que se nos escapa como paloma en parque público. Esta fiesta tiene profundas raíces en la historia del antiguo testamento. Los judíos, que celebraron esta fiesta hace cuatro días, la llaman Shavuot, que significa “las semanas”, porque se celebra a las siete semanas (ya estamos con los numeritos) después de la Pascua (pesaj). En este día se conmemora la entrega de la Torah (ley) por parte de Dios a Moisés en el monte Sinaí. Además, en la antigüedad, la fiesta tenía un significado agrícola porque en estas fechas comienza la recogida de frutos de la tierra. Los primeros frutos se ofrecían a Dios como muestra de gratitud. Como en todas las fiestas tenemos que comer, los judíos acostumbran a comer lácteos acompañados por las siete especies características de Israel (trigo, cebada, vid, higos, granadas, olivo y dátiles). El libro del Levítico en el capítulo 23, nos narra la instauración de la festividad para Israel. Es una conmemoración de peregrinación, es decir, según el sentido judío, Dios llama al pueblo a reunirse en torno a él, como proveedor de todas las cosas y como señor de su pueblo.

Los cristianos le damos un sentido un poco diferente, pero arraigado en lo que el pueblo de Israel nos entrega en ella. Nosotros la llamamos Pentecostés que significa cincuenta, porque este es el día cincuenta después de la pascua que termina este día. La liturgia recuerda la venida del Espíritu Santo sobre la iglesia naciente en el episodio de los Hechos de los Apóstoles capítulo segundo. En este pasaje, el Espíritu Santo desciende en llamas de fuego y como viento poderoso sobre el lugar donde están los apóstoles y les proporciona los dones de valentía, de capacidad de comunicarse en lenguas y de libertad de actuar. Así nos encontramos con el sentido original de la celebración: toda la humanidad es convocada por Dios, aparecen los primeros frutos de la redención con la conversión de muchos judíos, y se da la nueva ley, que no está escrita en piedra, sino en el propio corazón.

Pentecostés nos invita a permitir que Dios llame a la puerta de nuestra vida para renovarnos, para dejar atrás el miedo de una vida sin fruto, y darnos cuenta de que todos somos parte de una comunidad solidaria, porque nos une un Espíritu que es Santo porque es de amor y no de egoísmo. Además si vives en Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Hungría, Islandia, Liechtenstein, Noruega, los Países Bajos, Suiza o Ucrania, o en Cataluña, estas de suerte, porque este lunes es fiesta. Y si eres rociero mucho más, porque es el día de la blanca paloma de la marisma, la Virgen del Rocio.

2 comentarios:

Ana Rosa dijo...

Muchas gracias Padre, aprendí muchísimo.
¡Feliz fiesta de Pentecostés!

Un abrazo.

Anónimo dijo...

gracias Padre! no conocía la relación que había con los festejos judíos. muy interesante e importante aprender siempre algo más. saludos